martes, 29 de marzo de 2011

253.

Para Kadaré, la Ilíada narra la guerra entre las guerras, aquella que, a pesar de poder contabilizarse más de 14.500 conocidas, ha traspasado los siglos. Es la guerra por antonomasia. Su pequeño ensayo rastrea las causas de esa preferencia y las encuentra en el arrepentimiento ante la matanza que Homero plasma en la obra, su ausencia de odio y la imparcialidad con que la aborda. Estás de acuerdo con la imparcialidad y la ausencia de odio, pero no aceptas esas visiones postmodernas de la Ilíada, aun cuando son legítimas en función de esa virtud que tienen los clásicos de ofrecer una interpretación nueva y viva en cada generación. Ya dijiste en otro momento que la Ilíada es para ti un símbolo de la vida misma. La vida es una guerra donde el azar (nuestro nombre moderno para los viejos dioses homéricos) se enseñorea y donde sólo los más fuertes sobreviven. Esa fortaleza no es sinónimo de prepotencia, sino de valor ante el momento de la derrota e incertidumbre en el instante de la victoria. La vida es cruel, despiadada, no tiene misericordia con nadie ni se somete a criterios morales, simplemente, como ya has dicho, actúa sobre el mortal de manera ciega. Para ti ése es el motivo de la vigencia de la Ilíada: nos enseña a una forma de vivir cuando sólo contamos con nuestras pobres fuerzas de seres mortales.

Ismaíl Kadaré, La cólera de Aquiles, Madrid, Katz, 2011

2 comentarios:

  1. A veces no consigo la publicación porque soy un manazas en el ordenador, ayer puse un comentario en que venía a decirte lo siguiente(más o menos): No sé si la palabra arrepentimiento no estará demasiado contaminada de cristianismo y en parte incapacitada para describir algo de la Iliada. ¡Míralo! No sé si en la ausencia de ojos de Homero hubo alguna vez tal sentimiento que me parece posterior. Aquiles no se arrepiente nunca. Ni por haber "abandonado" a Patroclo a su suerte ni por ninguna de las muerte. Lo demás me parece precioso, porque en efecto la vida que emana de la Ilíada, brota como un torrente de crueldad inmisericorde. Me gusta mucho la interpretación de Lukàcs en su Teoría de la novela. Héroes en los que ser y destino coinciden y el destino está escrito y se sigue sin vacilación. A lo mejor tú, (desde luego yo sí) tengo para mí que después de todo lo vivido, habría que decir con Aquiles: Destino yo te sigo porque aunque no quisiera tendría que hacerlo.. (Esto viene de Nietzsche) Un abrazo. Tus reflexiones tienen un interés muy especial.

    ResponderEliminar
  2. El arrepentimiento es interpretación de Kadaré. Coincido contigo en que ese concepto no entraba en la mentalidad helénica. Lo que hay es reconocimiento del error y aceptación de sus consecuencias. En ese aceptar sin quejas las consecuencias está la grandeza del héroe griego. La visión del escritor albanés es una concesión a la modernidad y su repudio a la guerra, más que al cristianismo (Kadaré pertenece a un nación musulmana y fue criado en el estalinismo de Enver Hoxha). Pero como digo, hay que aceptarla con una cierta sonrisa porque es el peaje que el clásico ha de pagar por su eterna validez. En fin, basta con seguir aquel adagio estoico: "ducunt volentem fata, nolentem trahunt": el destino guía al que lo acepta y arrastra al que lo niega. Más o menos.

    ResponderEliminar