lunes, 30 de mayo de 2011

301.

Crees recordar que fue Jean-François Revel el autor de esta reflexión: no hay por qué pensar que un subsecretario de un ministerio sea, por esencia, más honrado que un ejecutivo de una empresa. Ahí radica, a tu juicio, el fallo del socialismo: el empecinamiento en ignorar la naturaleza humana, cegado por el sortilegio de la utopía. Esa persistencia en el error le lleva a seguir dando por firme que todo lo relacionado con el estado es siempre superior moralmente a la labor privada de los ciudadanos. El estado lo integran personas y las personas, cuando tienen a su alcance el poder, tienden a la corrupción y al abuso. Como todo hijo de vecino, desean perpetuarse en tan sabrosa situación. Por eso, crees que la teoría fundamental que informa la Constitución de los EE.UU. es una muestra de clarividencia al desconfiar del ser humano alzado al poder y establecer un sistema de limitaciones mutuas entre los poderes del estado. En esa línea, el estado debería encargarse de unas pocas facetas esenciales (cuentas públicas, sanidad, pensiones, enseñanza, justicia, orden público, patrimonio, infraestructuras, exteriores y defensa) y dejar el resto a los ciudadanos. Habría que recaudar menos impuestos y lo conseguido sobraría para tener esos servicios esenciales bien engrasados. Estos son los criterios que te llevan a no vincularte con ese movimiento que ahora puebla las calles de España: sus soluciones, al final y por más que pretendan limitar la capacidad de maniobra de los políticos, son más estado. Al final, supuesto que consigan sus objetivos, los que llegasen a la nueva estructura estatal seguirían teniendo el mismo o más poder que antes. Poco tardarían en abolir aquello de la limitación de mandatos y demás reivindicaciones. El camino es, pues, menos estado, más limitado y más libertad a los individuos. De todos modos, nada de esto es nuevo para ti. Todavía recuerdas cómo la inmensa mayoría de los jóvenes anarquistas, maoístas y trotskistas de tus años de Facultad (aquella gloriosa segunda mitad de los 70) terminaron en la mullida y confortable moqueta de la Junta de Andalucía.

domingo, 29 de mayo de 2011

300.




EL JARDÍN DE GRAVA



jardín de grava
pétrea suavidad
sobre las olas



Nota

A partir de esta entrada, los haikus que han ido apareciendo en el otro blog El jardín de grava van ir siendo trasladados a éste. Cuando todos hayan sido pasados, aquél será eliminado.

viernes, 27 de mayo de 2011

299.

Relato.

PÍLADES

Era su amigo más fiel. Lo había acompañado a lo largo de decenios en sus múltiples andanzas. Se había hundido en más de una ruina por ir a su lado sin poner jamás ninguna objeción. Lo llamaba Pílades, como el amigo discreto de Orestes. En las viejas tragedias griegas era un personaje mudo que aparecía en escena junto al hijo de Agamenón y Clitemnestra. Sólo era una estatua andante, una suerte de espectro al que el protagonista quería porque, conjeturamos, soportaba en silencio sus numerosas neuras. Nadie nunca escribió una línea para Pílades, del mismo modo que jamás él le preguntó ni consultó a la hora de embarcarse en las ocurrencias que le barrían el cerebro y a las que lo arrastraba sin consultar. Ni una palabra salió de la boca de ese moderno Pílades durante las largas temporadas de penuria después de negocios fallidos o durante las infaustas consecuencias que le solían traer los amoríos descontrolados del amigo. Tampoco salió una sílaba de su boca el día que le dijo adiós, harto de tanto soportar sin saber por qué a un cretino tan soberbio y creído de sí mismo, tan enamorado de sus propias palabras, tan incapaz de oír a nadie, que sólo había podido mantener a su lado a esa especie de Pílades contemporáneo. Salió de la escena de su vida simplemente con un aguerrido corte de mangas, fiel como siempre a su amor por el silencio.

jueves, 26 de mayo de 2011

298.

Si no deseas la salud, no sufrirás con la enfermedad. Si no deseas la riqueza, no sufrirás con la pobreza. Si no deseas el placer, no sufrirás con el dolor. Si no deseas la vida, no sufrirás con la muerte. Si no deseas la alegría, no sufrirás con la tristeza. La teoría, hasta aquí, está bien clara. Y es una teoría universal, por encima de épocas, sociedades, religiones y mentalidades. Hasta Epicuro con toda su fama postrera no es sino un discreto defensor del mínimo deseo. En suma, para los más osados, el ascetismo; para los más reservados, la inteligente gestión de los deseos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

297.

En su libro Koba el temible, cuenta Martin Amis la historia de una cierta risa. Durante una reunión de viejos comunistas, alguien recuerda su antigua militancia y la concurrencia ríe. Sugiere Amis que se trasponga la situación a un grupo de viejos nazis. La risa tanto de los presentes como de hipotéticos lectores de las referencias a la reunión quedaría abortada antes siquiera de ser considerada como una remota posibilidad. Es la incomprensible comprensión que el comunismo tiene en nuestra sociedad. Hay más muestras de esa sonrisa cómplice o del silencio ante los latigazos aún vivos del comunismo. Es evidente que entre las filas de la izquierda quedan abundantes restos del viejo estalinismo soviético que gozan además de un alto grado de simpatía. Si no, véase cómo nadie critica que el ya saliente alcalde de Córdoba, Andrés Ocaña, militante de Izquierda Unida, a cuenta de las recientes elecciones municipales afirme en rueda de prensa que el pueblo se ha equivocado y que no se debe sacralizar sus decisiones. Que el pueblo puede errar, es cierto; pero su opinión mayoritaria expresada a través del sufragio universal, directo y secreto en un contexto de libertad de expresión y de conciencia es el medio que tenemos para organizarnos en sociedad. Cuando gusta y cuando no. De lo contrario, volvemos al viejo axioma de que es el Partido la vanguardia del proletariado y, por tanto, el que sabe qué nos conviene mejor que nosotros mismos.

Nota: Por alguna extraña razón (los senderos de la informática son más insondables que los del Señor), el autor de este blog no puede hacer comentarios en el apartado correspondiente. Pide disculpas a los que aportan sus opiniones, ya que le gusta responder siempre a sus lectores. Y espera que el problema se solucione, como suele ocurrir en estos ámbitos, milagrosamente.

martes, 24 de mayo de 2011

296.

La enfermedad por sí sola no es la única causante del desasosiego y la zozobra en el paciente. El otro elemento que condena al enfermo al desamparo es la pérdida de dignidad que se cierne sobre el ingresado en un hospital. Junto a ti, en una de las varias habitaciones que tu errar por hospitales te llevó a compartir, hubo una vez un anciano aquejado de un ictus. Era casi como un vegetal. Estaba recluido en una superficie que era casi la antesala del Hades: la planta de Neurología del hospital Virgen Macarena de Sevilla. Durante varios días las enfermeras apenas entraron en la habitación. No recuerdas la visita de ningún médico. Incluso llegaron a traerle para comer un huevo duro y un zumo. En medio de aquel desastre, la única señal de vida que ofrecía era la resistencia que, inconscientemente, les plantaba a las auxiliares cuando en sus faenas de lavado diario, le llamaban “abuelo”. Cuando entras por la puerta de un hospital, dejas atrás tu libertad y tu dignidad. Estás al albur del médico, amable o estúpido, profesional o burócrata, sabio o tonto. Estás a expensas del personal de enfermería, amargado o entusiasta, joven o viejo, quemado o fresco. Da igual que en la vida civil seas un ser digno, honrado, responsable. Tendido sobre una cama, desarbolado, impávido, eres un simple “abuelo” si se te ve mayor. Y si no lo eres, careces de denominación. No todos son iguales en un hospital, pero la humillación te aguarda a la vuelta de una esquina. Por eso siempre admiraste al bueno de Francisco, aquel anciano a punto de morir que se revolvía desde los abismos de sus sombras ante la simple apelación de “abuelo”.

lunes, 23 de mayo de 2011

295.

Lecciones de democracia (I)

Hoy, más que nunca, son precisas algunas lecciones sobre la democracia. Habla Solón de Atenas (640 - 558 a.C.) sobre la diferencia entre la Eunomía, el Buen Gobierno, y la Disnomía, el Mal Gobierno.

ΕΥΝΟΜΙΑ
Ἡμετέρα δὲ πόλις κατὰ μὲν Διὸς οὔποτ΄ ὀλεῖται [1]
αἶσαν καὶ μακάρων φρένας ἀθανάτων•
τοίη γὰρ μεγάθυμος ἐπίσκοπος ὀβριμοπάτρη
Παλλὰς Ἀθηναίη χεῖρας ὕπερθεν ἔχει.
Αὐτοὶ δὲ φθείρειν πόλιν ἀφραδίῃσιν [5]
ἀστοὶ βούλονται χρήμασι πειθόμενοι,
δήμου δ΄ ἡγεμόνων ἄδικος νόος, οἷσιν ἑτοῖμον
ὕβριος ἐκ μεγάλης ἄλγεα πολλά παθεῖν•
οὐ γὰρ ἐπίστανται κατέχειν κόρον οὐδὲ παρούσας
εὐφροσύνας κοσμεῖν ἐν ἡσυχίῃ. [10]
(…)
πλουτοῦσιν δ΄ ἀδίκοισ΄ ἔργμασι πειθόμενοι
(…)
οὔθ΄ ἱερῶν κτέανων οὔτε τι δημοσίων
φειδόμενοι κλέπτουσιν ἐφ΄ ἁρπαγῇ ἄλλοθεν ἄλλος
οὐδὲ φυλάσσονται σεμνὰ Δίκης θέμεθλα,
ἣ σιγῶσα σύνοιδε τὰ γιγνόμενα πρό τ΄ ἐόντα, [15]
τῷ δὲ χρόνῳ πάντως ἦλθ΄ ἀποτεισομένη.
Τοῦτ΄ ἤδη πάσῃ πόλει ἔρχεται ἕλκος ἄφυκτον,
ἐς δὲ κακὴν ταχέως ἤλυθε δουλοσύνην,
ἣ στάσιν ἔμφυλον πόλεμόν θ΄ εὕδοντ΄ ἐπεγείρει,
ὃς πολλῶν ἐρατὴν ὤλεσεν ἡλικίην• [20]
ἐκ γὰρ δυσμενέων ταχέως πολυήρατον ἄστυ
τρύχεται ἐν συνόδοις τοῖς ἀδικοῦσι φίλαις.
Ταῦτα μὲν ἐν δήμῳ στρέφεται κακά• τῶν δὲ πενιχρῶν
ἱκνοῦνται πολλοὶ γαῖαν ἐς ἀλλοδαπήν
πραθέντες δεσμοῖσι τ΄ ἀεικελίοισι δεθέντες. [25]
(...)
Οὕτω δημόσιον κακὸν ἔρχεται οἴκαδ΄ ἑκάστῳ•
αὔλειοι δ΄ ἔτ΄ ἔχειν οὐκ ἐθέλουσι θύραι,
ὑψηλὸν δ΄ ὑπὲρ ἕρκος ὑπέρθορεν, ηὗρε δὲ πάντως
εἰ καί τις φεύγων ἐν μύχῳ ᾖ θαλάμου.
Ταῦτα διδάξαι θυμὸς Ἀθηναίους με κελεύει, [30]
ὡς κακὰ πλεῖστα πόλει Δυσνομίη παρέχει,
Εὐνομίη δ΄ εὔκοσμα καὶ ἄρτια πάντ΄ ἀποφαίνει
καὶ θαμὰ τοῖς ἀδικοῖσ΄ ἀμφιτίθησι πέδας•
τραχέα λειαίνει, παύει κόρον, ὕβριν ἀμαυροῖ,
αὐαίνει δ΄ ἄτης ἄνθεα φυόμενα,
εὐθύνει δὲ δίκας σκολιὰς ὑπερήφανα τ΄ ἔργα
πραΰνει, παύει δ΄ ἔργα διχοστασίης,
παύει δ΄ ἀργαλέης ἔριδος χόλον, ἔστι δ΄ ὑπ΄ αὐτῆς
πάντα κατ΄ ἀνθρώπους ἄρτια καὶ πινυτά.

EL BUEN GOBIERNO

Nuestra ciudad nunca perecerá por designio de Zeus ni por la voluntad de los bienaventurados inmortales, porque Palas Atenea, vigilante, tan magnánima, hija de un poderoso padre, tiene sus manos tendidas sobre nosotros. Los ciudadanos mismos con sus locuras quieren destruir la ciudad seducidos por la riqueza y la mente injusta de los caudillos del pueblo, quienes están a punto de sufrir muchas penalidades por su gran soberbia. No saben contener su codicia ni controlar la alegría presente con serenidad. (…) Se enriquecen dejándose persuadir por acciones injustas. (…) Roban con su rapiña sin respetar los bienes sagrados ni los públicos, tomando ya uno de aquí, ya otro de allí. No guardan los venerables cimientos de la Justicia, que conoce en silencio lo que está ocurriendo y lo que sucedió y que con el tiempo llega siempre para vengarse. Ya alcanza a toda la ciudad esa úlcera ineluctable y desemboca rápidamente en una nefasta esclavitud que despierta la revuelta civil y la guerra dormida, que destruye la adorable juventud de muchos. Porque la muy adorada ciudad rápidamente se consume a causa de sus enemigos en las conjuras que gustan a los injustos. Ésos son los males que se revuelven en el pueblo. Muchos de los pobres llegan a una tierra extranjera tras ser vendidos y aherrojados con unas vergonzosas ataduras. (…) Así, el mal público alcanza a todos en su casa. Las puertas del patio no quieren retenerlo, salta por encima del elevado muro y los encuentra siempre, aunque estén en lo más recóndito de la alcoba. Me ordena mi ánimo enseñar a los atenienses cómo la Disnomía causa a la ciudad innumerables males. Pero Eunomía presenta todas las cosas como ordenadas y ajustadas y con frecuencia coloca los grilletes a los injustos, suaviza las asperezas, hace cesar el exceso, difumina la soberbia, seca las nacidas flores de la insolencia, endereza los juicios torcidos, atempera las obras arrogantes, sofoca las obras de la discordia, detiene la ira de los funestos enfrentamientos y todo bajo ella es justo y prudente entre los hombres.

sábado, 21 de mayo de 2011

294.

En las circunstancias presentes, nada como Polibio:

VIII 24.1-2.
[1] Ὅτι οἱ Ταραντῖνοι διὰ τὸ τῆς εὐδαιμονίας ὑπερήφανον ἐπεκαλέσαντο Πύρρον τὸν Ἠπειρώτην• πᾶσα γὰρ ἐλευθερία μετ’ ἐξουσίας πολυχρονίου φύσιν ἔχει κόρον λαμβάνειν τῶν ὑποκειμένων, κἄπειτα ζητεῖ δεσπότην• τυχοῦσά γε μὴν τούτου ταχὺ πάλιν μισεῖ διὰ τὸ μεγάλην φαίνεσθαι τὴν πρὸς τὸ χεῖρον μεταβολήν• ὃ καὶ τότε συνέβαινε τοῖς Ταραντίνοις. [2] Ὅτι πᾶν τὸ μέλλον κρεῖττον φαίνεται τοῦ παρόντος ὑπάρχειν.

A causa de su opulenta prosperidad, los tarentinos llamaron a Pirro de Epiro. Pues la libertad, siempre que es dominante y prolongada en el tiempo, puede producir un hastío de las circunstancias existentes, y a continuación busca un amo. Ahora bien, una vez hallado, rápidamente vuelve a odiarlo ante la evidencia de un vuelco considerable hacia peor. Eso mismo les sucedió entonces a los tarentinos. Y es que cualquier futuro parece ser mejor que el presente.

X 5.8.
[8] οἱ γὰρ μὴ δυνάμενοι τοὺς καιροὺς μηδὲ τὰς αἰτίας καὶ διαθέσεις ἑκάστων ἀκριβῶς συνθεωρεῖν, ἢ διὰ φαυλότητα φύσεως ἢ δι’ ἀπειρίαν καὶ ῥᾳθυμίαν, εἰς θεοὺς καὶ τύχας ἀναφέρουσι τὰς αἰτίας τῶν δι’ ἀγχίνοιαν ἐκ λογισμοῦ καὶ προνοίας ἐπιτελουμένων.

Los incapaces de comprender con exactitud las oportunidades, las causas y las disposiciones de cada una de las circunstancias, ya sea por la debilidad de su naturaleza, ya sea por su inexperiencia o descuido, achacan a los dioses y a los efectos de la fortuna las causas de los logros debidos a la habilidad en el cálculo y a la previsión.

X 19.3-6.
La templanza de Escipión
[3] Κατὰ δὲ τὸν καιρὸν τοῦτον νεανίσκοι τινὲς τῶν Ῥωμαίων ἐπιτυχόντες παρθένῳ κατὰ τὴν ἀκμὴν καὶ κατὰ τὸ κάλλος διαφερούσῃ τῶν ἄλλων γυναικῶν, καὶ συνιδόντες φιλογύνην ὄντα τὸν Πόπλιον, ἧκον αὐτὴν ἄγοντες καὶ παραστήσαντες ἔφασκον αὐτῷ δωρεῖσθαι τὴν κόρην. [4] ὁ δὲ καταπλαγεὶς καὶ θαυμάσας τὸ κάλλος, ἰδιώτης μὲν ὢν οὐδεμίαν ἥδιον ἂν ἔφη δέξασθαι ταύτης τῆς δωρεᾶς, στρατηγὸς δ’ ὑπάρχων οὐδ’ ὁποίαν ἧττον, [5] ὡς μὲν ἐμοὶ δοκεῖ, τοῦτ’ αἰνιττόμενος διὰ τῆς ἀποφάσεως, διότι κατὰ μὲν τὰς ἀναπαύσεις ἐνίοτε καὶ ῥᾳθυμίας ἐν τῷ ζῆν ἡδίστας τοῖς νέοις ἀπολαύσεις τὰ τοιαῦτα παρέχεται καὶ διατριβάς, ἐν δὲ τοῖς τοῦ πράττειν καιροῖς μέγιστα γίνεται καὶ κατὰ σῶμα καὶ κατὰ ψυχὴν ἐμπόδια τοῖς χρωμένοις. [6] τοῖς μὲν οὖν νεανίσκοις ἔφη χάριν ἔχειν, τὸν δὲ τῆς παρθένου πατέρα καλέσας καὶ δοὺς αὐτὴν ἐκ χειρὸς ἐκέλευε συνοικίζειν ᾧ ποτ’ ἂν προαιρῆται τῶν πολιτῶν.

Por aquel tiempo, unos jóvenes soldados romanos hallaron a una muchacha que destacaba por su juventud y belleza sobre las demás mujeres, y conocedores de que a Publio le atraían mucho las mujeres, la llevaron ante él y se la presentaron afirmando que le entregaban a la joven como regalo. Publio, por su parte, impactado y admirado por su bellaza, dijo que, si hubiera sido un particular, ningún regalo hubiera sido más agradable de aceptar que ése, pero que dada su condición de cónsul no habría ninguno peor. A mi juicio, a través de su respuesta veladamente decía que a veces en la vida, en los momentos de descanso y relajamiento, semejantes actividades proporcionan a los jóvenes los más deliciosos placeres y diversiones, pero que en el momento de la acción resultan ser los mayores obstáculos en cuerpo y alma para quienes las emplean. Finalmente, les dio las gracias a los jóvenes soldados y, tras llamar al padre de la doncella y entregársela, seguidamente le ordenó que la diera en matrimonio a aquel de los ciudadanos que eligiera.

viernes, 20 de mayo de 2011

293.

Desde los 11 años tu hija estudia Alemán en el colegio. Es su segunda lengua extranjera. Este año, que ya está a punto de concluir, se inició en el Latín. Quienes organizan la actividad docente en su colegio (privado, por supuesto) decidieron que en el 4º de Secundaria Obligatoria la asignatura de Cultura Clásica fuera sustituida por Latín. Metodología moderna, pero los contenidos de siempre. Ha debido estudiar las declinaciones y las conjugaciones como en los viejos tiempos. Con ordenadores, métodos interactivos, redes sociales y colorines, pero con el rosa, rosae de toda la vida. Hace unos días te confesó algo que te alegró. Desde que estudia Latín entiende mejor el Alemán y le está resultando más fácil. Una confirmación más de lo que el Dr. Thebussem, uno de los comentaristas de este blog, ya advertía en la entrada 288. Y en carne propia.

jueves, 19 de mayo de 2011

292.

Adviertes que la cosa se va caldeando para las elecciones del próximo domingo 22 de mayo. Parece que últimamente no puede haber cita electoral sin follones. Ahora es noticia, con esa incontinencia verbal e icónica que agita las mentes de los periodistas, ese movimiento supuestamente espontáneo de gente, supuestamente de toda edad, sexo y condición en contra del régimen político que nos gobierna. Piden una democracia real ya. Sería interesante, en principio, definir qué se entiende por democracia antes de exigir que ésta sea real o imaginaria. La democracia surgió en Grecia en el siglo V a.C. no por mor de unas mentes caritativas que pretendían resolver las cuitas de los desheredados, sino que fue promovida por una aristocracia que deseaba erradicar a los tiranos del poder. Ésa es la esencia de la democracia: el horror a la tiranía. Es decir, a la acumulación de poder en manos un solo individuo. Y no está de más aclarar que la tiranía se sustentaba subvencionando a la masa de desheredados. Tanto temían la tiranía que inventaron el ostracismo para quitarse de encima a aquellos que, por más que hubieran sido beneficiosos para la ciudad, pudieran tener la tentación de convertirse en dictadores. No consiste, pues, la democracia en que todos ganemos el mismo sueldo ni que todos seamos doctores en Física Atómica. En ese sentido, la base de la democracia es la división de poderes, teorizada siglos más tarde por ese pensador que fue asesinado por Alfonso Guerra. Lo demás se sigue de ahí: limitación de mandatos, independencia del poder judicial, rendimiento de cuentas (no basta perder las elecciones), libertad de expresión, derecho a la propiedad (porque sin libertad económica no hay libertad política). En fin, requerimientos que a más de uno de los “indignados” les olería a chamusquina porque el lugar donde hoy en día más se cumplen esos requisitos son los odiados Estados Unidos de Norteamérica. No sabes por qué crees que si en España gobernara alguien que no se dijera socialista, esa protesta general tendría nombres y caras.

martes, 17 de mayo de 2011

291.

La vida es incierta. Nunca puedes saber si ese amanecer que se abre ante tus ojos se convertirá en la niebla de la muerte antes del anochecer. La alegría de una jornada prevista como inolvidable puede tornarse en la memoria de una pérdida por causa de un acontecimiento que nadie hubiera previsto. Realmente, nuestra vida es incierta. Un coche puede atropellarte. Una cornisa puede caer sobre tu cabeza. Un tropezón puede enviarte escaleras abajo hacia el infierno. Un resfriado mal curado a ciertas edades es mortal y una simple infección puede concluir en septicemia y llevarte en compañía de Plutón. La vida es incierta y llena de accidentes. Y nadie de buen corazón y alma generosa puede reprochar a nadie las consecuencias de actos que pertenecen al deber de la vida. Nadie puede evitar que cualquier día se cruce en tu camino la bomba de un terrorista vasco y acabes convertido en pulpa roja sobre el asfalto. Es un simple accidente. Tus deudos deben aceptar, comprender y, sobre todo, tienen que perdonar, ser compasivos con las pobres almas desviadas que, llevadas por el curso incierto de la existencia, estudiaron, montaron y pusieron ese objeto accidentalmente mortal.

lunes, 16 de mayo de 2011

290.

David Golder y la Suite francesa precedieron a Los perros y los lobos. Son las tres obras de Irène Némirovsky, esa escritora judía, emigrante ucraniana en Francia, nacida en 1903 y muerta en Auschwitz con su marido en 1942. Y las tres te gustaron. La última de esas novelas está recién publicada en español. Aventuras de dos judíos ucranianos, una pobre y otro rico. Por encima de las peripecias en la trama amorosa, lo más interesante del libro es la descripción de los ambientes judíos en la Ucrania anterior a la Revolución de 1917 y los efectos de la emigración tanto sobre aquellos que procedían de capas sociales bajas, como de los potentados. Los comentarios sobre el carácter judío son jugosos. Te hacen entender más aún cómo las adversidades han hecho de ellos un pueblo inteligente, dispuesto a levantarse de nuevo tras cada pogromo, tras cada matanza, sobreviviendo siempre en medio de aquello que los otros, los “normales” despreciaban. Y cómo ese mismo trato que recibían los hizo recelosos e interesados. Abiertamente interesados ante quienes lo eran igualmente, pero embellecían su bajeza con fariseísmo. Incluso aunque entre ellos, como seres humanos que son, las diferencias entre las clases fueran tan acentuadas como entre cualquier otro colectivo humano.

Irène Némirovsky, Los perros y los lobos, trad. de José Antonio Soriano Marco, Barcelona, Salamandra, 2011.

domingo, 15 de mayo de 2011

289.

Relato.

ALEJANDRÍA ÚLTIMA

Salimos de noche. Sé que fue una decisión arriesgada. Sólo quienes tienen algo que ocultar eligen las sombras para moverse. Pero nuestra coartada era firme y nadie sospechó de una caravana que emprendía un largo viaje al país de la seda. Éramos simples mercaderes en pos de un ansiadamente generoso beneficio, nada más. No sospechaban cuál era la verdadera misión de nuestra caravana ni el objetivo final de nuestro viaje. Nada más caer las tinieblas de aquel día, el grupo de leales se afanó en entrar dentro de la cripta y sacar el cadáver. El vecindario no fue problema. Apenas nadie aparece por aquellos lugares y su templo es ignorado por quienes en estos tiempos se marchitan a la sombra de la piedra y del adobe. Los hombres de hoy ya no tienen oídos más que para los predicadores y éstos no hacen sino arrojar imprecaciones sobre los muros de los viejos edificios y sobre la memoria por la que ellos fueron arropados durante cientos de generaciones. Costó mucho esfuerzo y algún tiempo más del previsto, porque el sarcófago era muy pesado y el paso de los siglos había convertido sus piezas en sólidos bloques. Me ahorro comentarte las sensaciones que nos dominaron cuando pudimos contemplar su cuerpo. Ya pocos aprecian su valor ni lo que hizo; sin embargo, para nosotros era el señor del mundo. Las ideas y las palabras que representa están agonizando, y aquellos dioses entre los que se contó sólo emiten estertores de muerte. Van desangrándose en medio de una devoción que ha convertido en fieras ovejas a los hijos de aquellos seres que con espíritu altivo en otros tiempos pisaron firmemente hasta el último rincón del universo conocido. Por eso lo robamos, lo envolvimos amorosamente en nuevos sudarios, lo subimos a un camello y nos internamos en la vía que lleva a los confines del Imperio. El camino fue largo, las peripecias fueron numerosas; los obstáculos, incontables. Pero al final de la larga ruta, en el momento previsto, antes de que las nieves comenzaran a dejar su blanca hojarasca sobre los caminos, contemplamos las murallas y la silueta de la ciudad donde iba a reposar para siempre, alejado de quienes lo han olvidado, acogido por quienes le deben su existencia, cuidado por quienes aprecian lo que fue y lo que hizo. Y ahora yace en calma, enterrado en el suelo de una casa entre muchas de esa ciudad. Sólo un pergamino deja constancia de quién es por si en tiempos futuros, cuando el círculo de las edades gire en una nueva dirección más acogedora con los dioses y los héroes, alguien lo encuentra y lo hace regresar a su tierra favorita. Algún día sucederá, porque la gloria de Alejandro, como la de los viejos dioses, es eterna. Algún día harán retornar a Alejandría de Egipto el cuerpo de nuestro señor desde este confín, desde la última de sus ciudades, desde la Alejandría Última.

sábado, 14 de mayo de 2011

288.

Las Lenguas Clásicas siempre fueron asunto de élites. La élite, hoy en día, la conforman los políticos de una lado y el poder económico de otro (aunque casi siempre es difícil distinguir entre ambos ámbitos). Los pobres profesionales y admiradores del mundo antiguo habitan un terreno donde reciben pedradas a diestro y siniestro. Literalmente. Los socialistas las tienen por cosas de carcas y fachas, conocimientos desfasados en poder de clases privilegiadas, difíciles materias que requieren esfuerzo y mucho tiempo. La historia empieza cuando ellos llegan al poder, así que de nada sirve lo que pensaran momificados personajes que, además, trabajaban para los opresores. El Latín es cosa de curas (cuando ya ni los curas saben Latín) y el Griego es cosa de relamidos ratones de biblioteca que apuntalan una sociedad clasista. Delendae sunt linguae Latina ac Graeca. Buena parte de los conservadores sólo piensan en cómo evitar que la religión desaparezca de la vida pública. La mayoría de los liberales y el mundo del dinero no ven en las Lenguas Clásicas potencialidades económicas válidas. De las masas, nada puedes decir. Siempre fueron ajenas a ese mundo y no van romper hoy esa larga tradición, por más que haya una supuesta alfabetización universal y los conocimientos estén al alcance de un click. Así las cosas, sólo un grupo de irreductibles intenta resistir la marea bárbara que derribará, una vez más, las viejas estatuas de los dioses. Te sientes como uno de aquellos últimos paganos que en el declinar del mundo antiguo, cuando el cristianismo era ya señor del escenario, se reunían en la casa de uno de ellos y en medio de un banquete al viejo estilo, rememoraban las palabras de los antiguos poetas, historiadores o filósofos. Sin que ellos lo supieran, hubo esperanza porque al cabo de los siglos, los Renacimientos se sucedieron. Hoy en día, sin embargo, no parece que vaya a haber más Renacimientos.

viernes, 13 de mayo de 2011

287.

El libro se te ha acabado cayendo de las manos. Has intentado leerlo hasta el final, pero no has podido. Su título y autor son La tragedia griega y los mitos democráticos, de Enrique Herreras. Hay dos razones fundamentales. Como honradamente aclara en el apartado de agradecimientos, es la publicación de una tesis doctoral. Es ése un subgénero peculiar de la literatura de investigación. Todavía se usan viejos términos en el contexto de esa labor: se habla de “defender una tesis”. Pero hoy en día, dada la corrupción, endogamia y mediocridad de la Universidad estatal española, en esos trabajos apenas hay tesis y menos aún nada que defender ante un tribunal formado por amigos que ya tienen bajo el brazo el sobresaliente cum laude. Lo que se debe hacer en una tesis es dar alguna mínima justificación al tribunal para ese sobresaliente. En la vía de la elaboración actual de tesis doctorales, se acumulan en el libro de Herreras infinitas citas a otros autores. Pero lo que sería válido para las capitidisminuidas tesis españolas contemporáneas, queda en una burbuja inane que estalla al primer instante cuando se vuelca en un libro convencional. No hay nada original en el libro. Las aportaciones del autor son simples reiteraciones de lo que otros han dicho con más orden, lucidez y enjundia. Las ideas están deslavazadas. No hay impresión de organización a excepción de la distribución de los capítulos. En la contraportada, se dice que el autor es profesor de Filosofía (área de Estética) en la Universidad de Valencia. Si la tesis le ha servido para la titularidad, cumplió perfectamente su papel. Pero esa información, junto con la presencia de Adela Cortina como directora, una especialista en Filosofía Moral, te lleva a la otra razón de la inanidad del libro. Ignoras si el autor sabe griego clásico, pero te temes que no sea así (un “Olympo”, un “del areté” delatadores se cuelan entre las páginas). Stefan Zweig, con cierta seguridad, ignoraba el ruso; pero ello no le impidió escribir un ensayo sobre Dostoyevski. No hace falta dominar lenguas extranjeras para captar un espíritu y hacer un ensayo. Pero investigar requiere más amplios visos. Si se quiere investigar sobre la novelística francesa del XIX hay que saber bien francés. Por poner un ejemplo. O alemán si se quiere profundizar en el mundo de Goethe y el semillero de estados germanos de su época. Si estás equivocado en la materia del conocimiento del griego clásico, perdón. En cuanto a lo demás, que nadie te reproche nada: eres doctor con la máxima calificación y Premio Extraordinario. Y sabes dónde está el truco en el espectáculo.

Enrique Herreras, La tragedia griega y los mitos democráticos, Madrid, Biblioteca Nueva, 2010.

miércoles, 11 de mayo de 2011

286.

Es una preciosa tarde de primavera. La temperatura es perfecta. Durante este tiempo, puedes salir fuera de la casa, acomodarte en un sillón y leer en paz. En el invierno y el otoño, es imposible por el frío y la lluvia. En verano, el calor hace inviable la estancia a partir de pronto en la mañana, cuando el sol se apodera del aire y la tierra. Y al atardecer, los mosquitos asaltan sin piedad cualquier superficie con alguna gota de vida en sus venas. Lees un libro sobre la tragedia griega y la democracia ateniense del siglo V a.C. Ante tus ojos se ensartan términos como razón, libertad, ley, verdad, dioses, pueblo, error, envidia, soberbia. Te enredas en la reflexión. Los pájaros, como siempre, te acompañan, contrapunto de elementalidad frente a la complejidad de los conceptos. Y en esto, llega el momento de detenerse. Es hora de la meditación. Cierras el libro, recoges lápiz, regla, papeles de notas, goma de borrar. Subes al rincón que tienes preparado para tu meditación. Te quitas los zapatos, entras, saludas a la estatua del Buda que te aguarda en su rincón. Enciendes incienso. Saludas a tu banqueta y a tu cojín. Y te sientas. ¿Serán hoy treinta minutos, cuarenta, cuarenta y cinco? Hace tiempo que renunciaste al reloj y sólo cesas cuando algo dentro de ti te lo señala. Cara y cruz de una misma moneda. Luna llena, luna nueva, pero siempre luna. De la reflexión pasas a la vacuidad. De la razón a la pura experiencia. Del círculo de tinta, al vacío que atesora con su línea. Cara y cruz de una misma moneda, tan valiosa, tan esencial.

martes, 10 de mayo de 2011

285.

Como buen tópico, algo de verdad brujulea entre sus cuadernas. Leer a los clásicos es releerlos en cada época para comprobar su vigencia. Y lo que ayer fue blanco, hoy puede ser negro sin que rechine el principio de no contradicción. El clásico lo armoniza todo, lo vive todo, todo lo envuelve en su matriz nutricia. La Ilíada no podía ser menos, siendo, como es, el primer clásico de Occidente. Juan Carlos Rodríguez Delgado ha escrito un buen libro. Le da la vuelta a lo que siempre se ha pensado del poema de Homero. Ya no es un canto a la guerra, sino un descubrimiento de su horror. No es el encumbramiento de los héroes, sino un desvelar su mísera humanidad. No es Héctor ahora el que asoma con su dignidad en medio del oleaje de sangre y vísceras, sino el violento Aquiles. El hijo de Peleo se convierte, en pos de la interpretación del ensayista, en un simple ser humano que va descubriendo paulatinamente su profunda humanidad, cuya culminación alcanza el cénit en la compasión ante Príamo y la devolución del cadáver maltratado de su hijo. Magnífico libro, perfectamente argumentado, sólidamente escrito; pero te queda el regusto de un cierto exceso de postmodernidad en su interpretación. Te ha dado una nueva perspectiva que te ha convencido, pero no hasta el punto de creer que Aquiles es una especie de prototipo de antihéroe contemporáneo. Y te queda la duda de ignorar por qué nadie, a lo largo de los milenios, se ha dado cuenta de esa faceta del personaje y por qué la Ilíada fue el modelo de la moral heroica y competitiva durante siglos.

Juan Carlos Rodríguez Delgado, El desarme de la cultura. Una lectura de la Ilíada, Madrid, Katz, 2010.

sábado, 7 de mayo de 2011

284.

Como sabes y es notorio, la tragedia griega, especialmente la esquílea y sofoclea, poseen un esencial carácter pedagógico cuya finalidad es instruir al ciudadano ateniense sobre la democracia. Esta impronta no sólo se trasluce en los valores que el género pretende imbuir en los espectadores mediante las conclusiones que la asistencia a la obra teatral engendra en su espíritu. Hay otra vía a través de la cual los fundamentos del régimen se asientan en los ciudadanos. El núcleo de la pieza es el ὰγών (agón), la contienda, el combate, el enfrentamiento dialéctico que protagonizan los dos representantes de las posturas primordiales. Hay en este encuentro razones, argumentos, discurso. Todo un trasunto del laborar de los oradores en la Asamblea. De este modo, la decisión final no surge de las palabras que emanan de quien detenta un poder sin más argumento que su posición de fuerza, sino de una reflexión. La tragedia enseña que la realidad no es evidente por sí misma, que es preciso desvelarla, descubrirla, que no es unívoca, que se puede enmascarar bajo opciones diversas, que se puede ocultar mediante giros de la razón encarnada en el lenguaje que, como ocurre en la vida misma, son el artificio de las pasiones y los deseos. Del mismo modo que la verdad se desvela tras la maraña de opciones diversas, el ciudadano debía hallarla entre el follaje de los argumentos que los distintos oradores desplegaban en la Asamblea. La tragedia, paradójicamente, en este sentido puede llegar a ser incluso optimista. El sufrimiento y el desastre concluyen en el orden restaurado. El debate y la discusión, sin embargo, concluyen con frecuencia en decisiones erróneas, cuyo cimiento son esas pasiones y deseos. En esto, la tragedia es más positiva que la vida real para la que ella pretendía formar a los ciudadanos.

viernes, 6 de mayo de 2011

283.

Que España como nación es cosa de la historia, ya lo barruntabas antes de aquellos días que van del 11 al 14 de marzo de 2004. Que una buena parte de los ciudadanos de un país ante un ataque extranjero acosen a su propio gobierno muestra el nivel de su cobardía y de su traición. Tras aquellas fechas, supiste que todo había acabado. Tu ya escaso aprecio por tu supuesta patria se había desvanecido entre los humores del desencanto. Tu indignación, cuando surge, es por ver mancillados los valores en los que crees, no porque su ruptura hiera a esta tierra desolada. Por eso no te duele por España que los enemigos de este fantasmón de país hayan ganado cuando estaban perdiendo gracias a la cuidadosa acción de buena parte de tus compatriotas. Lo que te duele del hecho de que los criminales ganen la partida es la sangre de aquellos que, habiendo compartido el mismo solar a la hora de nacer que tú, fueron masacrados, mutilados, traumatizados de por vida por el simple hecho de ser españoles. Sólo eso. Aquí, mientras tanto, tus despreciados compatriotas están muy preocupados. Puede ser que este fin de semana llueva y que la Feria se desgracie. ETA ha vuelto a ganar. Asco de país.

jueves, 5 de mayo de 2011

282.

¿Lo dijo Polibio (X 32.12) pensando en la crisis económica y en nuestros políticos?

τὸ μὲν γὰρ λέγειν ὡς οὐκ ἂν ᾠόμην τίς γὰρ ἂν ἤλπισε τοῦτο γενέσθαι; μέγιστον εἶναί μοι δοκεῖ σημεῖον ἀπειρίας στρατηγικῆς καὶ βραδυτῆτος.

A mi juicio, [que alguien] diga que nunca se le hubiera ocurrido porque “¿quién hubiera esperado que sucediera esto?” es la mayor muestra de inexperiencia estratégica y de torpeza.

miércoles, 4 de mayo de 2011

281.


Ὦ παῖδες Ἑλλήνων ἴτε,
ἐλευθεροῦτε πατρίδ’, ἐλευθεροῦτε δὲ
παῖδας, γυναῖκας, θεῶν τέ πατρῴων ἕδη,
θήκας τε προγόνων· νῦν ὑπὲρ πάντων ἀγών.

¡Hijos de los griegos!
Marchad, liberad a la patria, liberad
a vuestros hijos, mujeres, las sedes de los dioses de vuestros padres
y las tumbas de los antepasados. Éste es el momento del combate definitivo.


Mientras el mundo no sea un lugar donde el comprar y el vender sustituyan a matar y morir, habrá que resignarse a defenderse de quienes pretenden imponer sus dioses. Ojalá algún día la paz difunda sus bondades sobre la Tierra. Entre tanto, las palabras de Esquilo en Los Persas (vv. 402-405) resuenan en los oídos de quienes se sienten orgullosos de su pasado. Era el himno de batalla de los atenienses cuando a bordo de las trirremes embestían contra la escuadra persa en Salamina. Aquella jornada, Grecia quedó libre y el tirano vio sentenciada su ambición de servidumbre universal. La lucha continúa a pesar de los siglos. Es el eterno combate entre la libertad y la sumisión. Bin Laden ha muerto.

martes, 3 de mayo de 2011

280.

Si osaras internarte por las sendas de los filósofos y te atrevieras a poner en estado de alerta tus pobres y limitadas neuronas, quizá reharías la frase de Descartes. El francés, agotado por la polémica, ideó la manera de hacer tabula rasa de la tradición filosófica inaugurando una corriente que daría mucho juego en la filosofía. Y halló que lo único claro y distinto que podía afirmar era aquello de cogito ergo sum. Luego, aherrojado por su propia conclusión, se sacó de la manga noética aquello otro de la materia extensa. Hoy en día esa dualidad está descartada, pero el valor de Descartes, como el de la mayoría de los pensadores, sigue vigente por cuanto fue un escalón más en la historia de la filosofía. Y fue, además, un excelente matemático. Tú, osadamente, afirmarías que si algo hay claro y distinto es que vas a morir. Si algo hay claro y distinto es que todo desaparecerá, incluido tú mismo. Extinguam ergo sum, me extinguiré, luego soy. Porque no fuiste, eres; y porque eres, algún día no serás. En esta doble proposición, la extinción es más clara y más distinta, más duradera, más abarcadora que el ser. Esto es lo único seguro, lo único sin discusión. La única noción indiscutible, pues. Si sentías zozobra porque no veías nada cierto a tu alrededor, aquí tienes una piedra de toque.

lunes, 2 de mayo de 2011

279.

Nuevo libro de Vargas Llosa. Esta vez ha sido Travesuras de la niña mala. La historia de ese traductor de nombre casi ornitológico, mediocre, simple, redondo en su perfecta candidez, pero plenamente consciente de sí mismo, de sus defectos y carencias, te ha seducido desde las primeras páginas. Es el Vargas Llosa que te atrapa. La lectura fluye como la corriente de un arroyo, sin darte cuenta del estilo, pero con la sensación de justeza y armonía. Ricardito Somocurcio, el pichiruchi que a lo largo de toda una vida se somete a las vejaciones de su enamorada es un personaje que, a pesar de un cierto toque de inverosimilitud, llega a convertirse en un ser digno de ese cariño que su esquiva amante no le ofrece, salvo para aprovecharse de sus buenos sentimientos y de sus fondos. Hay todo un repaso a diferentes ambientes: la Lima de su infancia, el París previo y contemporáneo del 68, el Londres del movimiento hippie y un poco del Madrid de los 80. En algún momento, parece deslizarse peligrosamente hacia el folletín. Son los episodios de su trato con el matrimonio Gravoski y su hijo mudo. Pero todo se salva cuando lo esperable sucede y su amada lo deja de nuevo tirado sin contemplaciones. Hay un final feliz a la vez que triste que corona la obra. Lo importante es que has devorado las páginas con ansia y que el libro en ningún momento se te ha caído de las manos.

Mario Vargas Llosa, Travesuras de la niña mala, Barcelona, Punto de Lectura, 2010.

domingo, 1 de mayo de 2011

278.

Recuerdas las palabras que un alumno tuyo te lanzó a la cara en una ocasión. No tienes en tu memoria más que sus palabras y su tono. Ni puedes recuperar sus rasgos físicos, ni el curso en el que estabais, ni el espacio. Debió de ser en el último año del Instituto. Hablabais en clase sin tensiones. Hablabais del futuro profesional de los alumnos. Algo debió de decir aquel muchacho, de algo le aconsejabas. Le comentaste, parece ser, que una de sus salidas laborales podía ser la enseñanza. Su réplica fue contundente: "¿Maestro yo? Por nada del mundo me metería a maestro, por nada del mundo." Aunque no había desprecio en su tono, la inflexión de su voz fue lo peor del comentario. Esa manera tajante, casi agresiva de rechazar la hipótesis remota de verse metido en un aula fue lo que te dolió. Te lo dijo como si dedicarse a la enseñanza fuera semejante a ganar dinero como mercenario, como ser proxeneta o capataz de esclavos en Sudán. En los entresijos de tu memoria, puedes distinguir el detalle de que no era mal alumno, ni indisciplinado, ni indolente. Esa expresión le salió desde lo más escondido de su alma. Fue la espontaneidad suprema, la falta de reparos en expulsar a la luz lo que sentía en su interior. Sabes que no quiso ofenderte. Al contrario, probablemente él lo entendió como una muestra del entorno de confianza. Te dolió porque percibiste su animosidad contra el gremio, no contra ti. Pero dentro del grupo estabas tú y estabas incluido de una manera u otra en su afirmación. Luego, tras tu paso por el hospital y tus dos años y medio de lucha contra todo y contra todos para salir de tu enfermedad, creíste entender a ese alumno cuyo rostro no puedes recomponer ni su circunstancia. Si volvieras atrás en el tiempo con toda la carga de tu experiencia vital a cuestas y se diera una ocasión en la que alguien te ofreciera la opción de dedicar tu vida a la medicina, en cualquier puesto de su jerarquía, tu boca escupiría una proclama idéntica. Toda aquella gente que cuidaba de ti te merecía la misma opinión que a aquel alumno el claustro de profesores del Instituto. En tu fuero interno haces las mismas distinciones que, probablemente, haría él. Los hay buenos y malos, estúpidos y amables, duros y blandos, guapos y feos, profesionales y chapuceros, formales y cantamañanas; en suma, toda la fauna que la especie humana puede concebir y encerrar entre cuatro paredes, cada espécimen hijo de su padre y de su madre, de su barrio y de su familia, de sus colegios y de sus amigos. Variedad, toda la que queramos. Pero en conjunto, no quieres tener nada que ver con ellos. En la distancia temporal, a algunos puedes llegar a quererlos. Aprecias su destreza, sus conocimientos, sus desvelos, sus palabras de consuelo, de ánimo, de ilusión. Valoras sus deseos de que pronto aquella etapa nefasta de tu vida se convirtiera en un simple montón de sensaciones perdidas en la buhardilla de tu memoria. Pero en grupo, todo lo que les rodea, te resulta odioso. ¿Médico tú? Por nada del mundo te meterías a médico, por nada del mundo. ¿Enfermero tú? Jamás de los jamases. ¿Auxiliar, celador? Nunca, nunca. Ni conserje, ni administrativo, ni cocinero, ni guardacoches ilegal en el aparcamiento del hospital. Lo mejor de un hospital, de una consulta, de una enfermería es la distancia. Cuanta mayor sea, mejor para ti.