lunes, 31 de enero de 2011
203.
domingo, 30 de enero de 2011
202.
sábado, 29 de enero de 2011
201.
Leído en edición electrónica descargada legalmente del sitio: http://www.gutenberg.org/ebooks/31541
viernes, 28 de enero de 2011
200.
jueves, 27 de enero de 2011
199.
martes, 25 de enero de 2011
198.
lunes, 24 de enero de 2011
197.
domingo, 23 de enero de 2011
196.
sábado, 22 de enero de 2011
195.
¿Alguna vez te ha dicho alguien
que tu sonrisa da la vida?
Podría jurar, sin temor a equivocarme,
que nunca nadie se atrevió a tanto contigo.
Permíteme, por tanto, en esta hora
decirte verdades como besos,
como aquellos desgranados quedamente por tus labios.
Déjame decirte lo primero:
entiéndenos cuando miramos
con el gesto alerta de las olas
el proceso de tus ojos o la cadencia de tus manos,
la ruta que siguen tus encuentros
o la forma en que adviertes las mañanas.
Compréndenos, tennos paciencia,
porque no sé si estás al tanto:
tu sonrisa da la vida sin posible remisión.
Advierte que si sufres,
se nos clava la vida en nuestras venas;
si estás alegre al despertar,
el día nos parece un paraíso.
Sé clemente con tus hados,
nadie pidió nunca tu opinión,
bien lo sabemos,
y tu sonrisa puede a veces convertirse en un sudario,
hacerse pesada como un mundo a la deriva.
Quiero que sepas que todos lo sentimos
pero no podemos renunciar,
perdónanos,
a esa sonrisa tuya que, quizá nadie te dijo,
nos da la vida envuelta entre sus labios.
viernes, 21 de enero de 2011
194.
jueves, 20 de enero de 2011
193.
miércoles, 19 de enero de 2011
192.
El hedor exhalado desde el laberinto se difundía por todo Cnosos. Ni los inciensos ofrecidos a los dioses los días de sacrificios, ni los aromas de Egipto o de Babilonia, ni los torrentes balsámicos emanados de las flores en primavera podían enterrar entre sus volutas la pestilencia escapada de aquel pudridero. Los efluvios se enredaban los días de furia con los mugidos que escupía el engendro desde los rincones de su presidio. Así celebraba el festín de muchachos y doncellas con el que nuestra patria era tributada cada nueve años y que acababan entre las desnaturalizadas fauces de un toro carnívoro. Mi medio hermano era un monstruo y no estaba solo en su aberración. Mi madre una perdida que incluso en la vejez moría por cualquier ser viviente que calmara sus ardores. Y mi padre era un viejo achacoso que sólo vivía para contar las infinitas ánforas almacenadas en el palacio con vino, aceite, trigo, higos secos, miel, plata y, sobre todo, oro. Cuando el barco procedente de Atenas con los hijos más queridos de aquel pueblo atracaba y descendía su pasaje, Minos sólo estaba atento al cargamento material. Los humanos no eran de su incumbencia, sino del bicho deforme que ya salivaba escondido entre los muros de su siniestra morada. Las gentes de todo el país se congregaban en torno al palacio y durante días, la masa quedaba inundada por una orgía orlada de la sangre de toros, corderos, cerdos y jóvenes. No sólo los atenienses, sino también los nuestros perecían. Aquéllos entre las fauces del Minotauro, éstos corneados y aplastados por los mismos toros ante los que pretendían demostrar sus habilidades mientras el griterío de los asistentes los animaba a un riesgo cada vez más creciente. No me gustaba mi familia, ni mi gente, ni mi país. Se vivía bien, es cierto. Creta prosperaba bajo el escudo de mi padre. Los cretenses eran alegres, vividores, laboriosos a su manera y piadosos con la divinidad. Por alguna razón, no obstante, que sólo los dioses en su capricho conocen, no me sentía bien en mi palacio ni rodeada de mis compatriotas. Mi imaginación volaba a tierras lejanas, a los desiertos de Egipto y a sus templos, al Creciente Fértil donde se arracimaban las ciudades populosas, a las islas de más allá de las Columnas de Hércules, a las brumas y bosques del norte de la península donde habitan los pelasgos. Contraviniendo el gusto de mi padre, solía presentarme en el puerto, envuelta en el séquito real, para preguntar a los marineros sobre sus periplos. Entonces, ellos, aunque asombrados ante la presencia de la princesa, se despachaban durante horas contando sus experiencias en mil puertos, con mil personas, mil tipos de animales, mil formas de flores, de plantas, mil climas, paisajes y mil mercaderías. Por eso, cuando apareció Teseo, mi mirada se quedó clavada en su rostro, su torso, sus brazos y piernas. Intuí que con él llegaba el momento de volar, surcando el aire en un rumbo más afortunado que el emprendido por Dédalo y su hijo. Él advirtió mi pasión y se las ingenió para hablar conmigo. El resto es historia sabida. Lo ayudé a terminar con aquella deformidad de la naturaleza, lo auxilié en su huida, me embarqué con él y su agitada tropa, incrédula aún ante su salvación, y enfilé el mar rumbo a Atenas, dejando atrás un escenario que aborrecía y la baba de aquel vejestorio cuyo lecho matrimonial me aguardaba en breve plazo por voluntad de mi padre. Mi héroe me abandonó en Naxos. Me lamenté, es cierto, lloré y bramé, maldije e insulté. Pero allí me recogió el dios. Y contrariamente a lo que los poetas, esos falsarios infames, han difundido en las mentes incautas de los mortales, fui feliz hasta mi muerte. Que no fue muerte total. Mi dios me rescató del Hades y vivo desde entonces en compañía de los inmortales, oliendo sólo el bálsamo de la ambrosía y la fragancia del néctar.
martes, 18 de enero de 2011
191.
lunes, 17 de enero de 2011
190.
sábado, 15 de enero de 2011
189.
jueves, 13 de enero de 2011
188.
miércoles, 12 de enero de 2011
187.
martes, 11 de enero de 2011
186.
lunes, 10 de enero de 2011
185.
La novela fue descargada legamente del Poyecto Gutenberg.
sábado, 8 de enero de 2011
184.
Polibio, Historias, IV 20-21.
20.
[1] Ἐπειδὴ δὲ κοινῇ τὸ τῶν Ἀρκάδων ἔθνος ἔχει τινὰ παρὰ πᾶσι τοῖς Ἕλλησιν ἐπ᾽ ἀρετῇ φήμην, οὐ μόνον διὰ τὴν ἐν τοῖς ἤθεσι καὶ βίοις φιλοξενίαν καὶ φιλανθρωπίαν, μάλιστα δὲ διὰ τὴν εἰς τὸ θεῖον εὐσέβειαν, [2] ἄξιον βραχὺ διαπορῆσαι περὶ τῆς Κυναιθέων ἀγριότητος, πῶς ὄντες ὁμολογουμένως Ἀρκάδες τοσοῦτο κατ᾽ ἐκείνους τοὺς καιροὺς διήνεγκαν τῶν ἄλλων Ἑλλήνων ὠμότητι καὶ παρανομίᾳ. [3] δοκοῦσι δέ μοι, διότι τὰ καλῶς ὑπὸ τῶν ἀρχαίων ἐπινενοημένα καὶ φυσικῶς συντεθεωρημένα περὶ πάντας τοὺς κατοικοῦντας τὴν Ἀρκαδίαν, ταῦτα δὴ πρῶτοι καὶ μόνοι τῶν Ἀρκάδων ἐγκατέλιπον. (…) [8] ταῦτα γὰρ πᾶσίν ἐστι γνώριμα καὶ συνήθη, διότι σχεδὸν παρὰ μόνοις Ἀρκάσι πρῶτον μὲν οἱ παῖδες ἐκ νηπίων ᾁδειν ἐθίζονται κατὰ νόμους τοὺς ὕμνους καὶ παιᾶνας, οἷς ἕκαστοι κατὰ τὰ πάτρια τοὺς ἐπιχωρίους ἥρωας καὶ θεοὺς ὑμνοῦσι· [9] μετὰ δὲ ταῦτα τοὺς Φιλοξένου καὶ Τιμοθέου νόμους μανθάνοντες πολλῇ φιλοτιμίᾳ χορεύουσι κατ᾽ ἐνιαυτὸν τοῖς Διονυσιακοῖς αὐληταῖς ἐν τοῖς θεάτροις, οἱ μὲν παῖδες τοὺς παιδικοὺς ἀγῶνας, οἱ δὲ νεανίσκοι τοὺς τῶν ἀνδρῶν λεγομένους. [10] ὁμοίως γε μὴν καὶ παρ᾽ ὅλον τὸν βίον τὰς ἀγωγὰς τὰς ἐν ταῖς συνουσίαις οὐχ οὕτως ποιοῦνται διὰ τῶν ἐπεισάκτων ἀκροαμάτων ὡς δι᾽ αὑτῶν, ἀνὰ μέρος ᾄδειν ἀλλήλοις προστάττοντες. [11] καὶ τῶν μὲν ἄλλων μαθημάτων ἀρνηθῆναί τι μὴ γινώσκειν οὐδὲν αἰσχρὸν ἡγοῦνται, τήν γε μὴν ᾠδὴν οὔτ᾽ ἀρνηθῆναι δύνανται διὰ τὸ κατ᾽ ἀνάγκην πάντας μανθάνειν, οὔθ᾽ ὁμολογοῦντες ἀποτρίβεσθαι διὰ τὸ τῶν αἰσχρῶν παρ᾽ αὐτοῖς νομίζεσθαι τοῦτο. [12] καὶ μὴν ἐμβατήρια μετ᾽ αὐλοῦ καὶ τάξεως ἀσκοῦντες, ἔτι δ᾽ ὀρχήσεις ἐκπονοῦντες μετὰ κοινῆς ἐπιστροφῆς καὶ δαπάνης κατ᾽ ἐνιαυτὸν ἐν τοῖς θεάτροις ἐπιδείκνυνται τοῖς αὑτῶν πολίταις οἱ νέοι.
21.
[1] ταῦτά τέ μοι δοκοῦσιν οἱ πάλαι παρεισαγαγεῖν οὐ τρυφῆς καὶ περιουσίας χάριν, ἀλλὰ θεωροῦντες μὲν τὴν ἑκάστων αὐτουργίαν καὶ συλλήβδην τὸ τῶν βίων ἐπίπονον καὶ σκληρόν, θεωροῦντες δὲ τὴν τῶν ἠθῶν αὐστηρίαν, ἥτις αὐτοῖς παρέπεται διὰ τὴν τοῦ περιέχοντος ψυχρότητα καὶ στυγνότητα τὴν κατὰ τὸ πλεῖστον ἐν τοῖς τόποις ὑπάρχουσαν. (…) [3] βουλόμενοι δὲ μαλάττειν καὶ κιρνᾶν τὸ τῆς φύσεως αὔθαδες καὶ σκληρόν, τά τε προειρημένα πάντα παρεισήγαγον, καὶ πρὸς τούτοις συνόδους κοινὰς καὶ θυσίας πλείστας ὁμοίως ἀνδράσι καὶ γυναιξὶ κατείθισαν, ἔτι δὲ χοροὺς παρθένων ὁμοῦ καὶ παίδων, [4] καὶ συλλήβδην πᾶν ἐμηχανήσαντο, σπεύδοντες τὸ τῆς ψυχῆς ἀτέραμνον διὰ τῆς τῶν ἐθισμῶν κατασκευῆς ἐξημεροῦν καὶ πραΰνειν. [5] ὧν Κυναιθεῖς ὀλιγωρήσαντες εἰς τέλος, καὶ ταῦτα πλείστης δεόμενοι τῆς τοιαύτης ἐπικουρίας διὰ τὸ σκληρότατον παρὰ πολὺ τῆς Ἀρκαδίας ἔχειν ἀέρα καὶ τόπον, πρὸς αὐτὰς δὲ τὰς ἐν ἀλλήλοις διατριβὰς καὶ φιλοτιμίας ὁρμήσαντες, [6] τέλος ἀπεθηριώθησαν οὕτως ὥστε μηδ᾽ ἐν ὁποίᾳ γεγονέναι τῶν Ἑλληνίδων πόλεων ἀσεβήματα μείζονα καὶ συνεχέστερα.
20.
[1] Dado que los arcadios tienen comúnmente cierta fama entre los griegos por su virtud, no sólo en cuanto a su hospitalidad y la humanidad de sus costumbres y vidas, sino fundamentalmente por su respeto a los dioses, [2] merece la pena plantearnos brevemente la brutalidad de los cineteos y cómo, siendo evidentemente arcadios, tan distintos fueron en aquellos tiempos respecto a los demás griegos por su crueldad y sus transgresiones. [3] A mi juicio, aquéllos, y no otros, fueron los primeros y los únicos de los arcadios que abandonaron unas instituciones establecidas por sus antepasados y celebradas de forma natural por todos los habitantes de Arcadia. Dedicarse a la música, [4] a la verdadera música, es una actividad beneficiosa para todos los seres humanos, pero en el caso de los arcadios es algo también necesario. (…) [8] Todo el mundo está acostumbrado y al corriente de estas cosas: que, en primer lugar, sólo entre los arcadios y por ley los niños desde muy pequeños son habituados a cantar los himnos y los peanes, cada uno de los cuales conforme a las costumbres patrias celebran a los dioses y héroes locales. [9] Luego, mientras aprenden las leyes de Filóxeno y Timoteo, con enorme pundonor danzan anualmente con los flautistas de Dioniso en los teatros, los niños en certámenes infantiles, los jóvenes en los denominados adultos. [10] Del mismo modo también, a lo largo de toda su vida se procuran distracción en sus banquete no tanto a través de interpretaciones foráneas, como propias, cantando unos con otros alternativamente. [11] Estiman que nada hay de vergonzoso en aceptar que ignoran por completo las otras materias; del canto, sin embargo, no pueden negarlo por haber sido obligados todos a aprenderlo, ni reconocer que lo abandonan, porque este hecho es considerado una vergüenza entre ellos. [12] Y es cierto que los jóvenes se presentan ante sus conciudadanos desfilando al son de la flauta en formación militar y danzan magistralmente en los teatros cada año con el apoyo y el soporte económico del estado
21.
[1] Creo que estas prácticas se las introdujeron los antiguos no por molicie o lujo, sino al observar cómo todos trabajaban con sus propias manos y, en general, cómo su vida era penosa y dura, y asimismo al percibir la rudeza de sus caracteres, consecuencia para ellos de la humedad de su entorno y la lobreguez de la mayor parte de su país. (…) [3] En cuanto a los arcadios, con la intención de suavizar y rebajar la inflexibilidad y rigidez de la naturaleza, introdujeron todas las costumbres anteriormente mencionadas, y junto a éstas habituaron a sus conciudadanos a numerosísimas reuniones generales y celebraciones religiosas, iguales para hombres y mujeres, al tiempo que a danzas de muchachas y muchachos. [4] Por resumir, todo se lo ingeniaron diligentemente para amansar y suavizar lo despiadado de sus existencias a través de la disposición de esas costumbres. [5] Los cineteos, descuidando totalmente esos hábitos, aunque respecto a lo dicho necesitaran de semejante ayuda, dada la enorme inclemencia que padece Arcadia en su clima y su situación, y arrojados sobre sus mutuos y particulares afanes y su orgullo, [6] finalmente se volvieron tan salvajes que en ninguna otra de las ciudades griegas sucedieron mayores y más continuados sacrilegios.
viernes, 7 de enero de 2011
183.
jueves, 6 de enero de 2011
182.
miércoles, 5 de enero de 2011
181.
Esta noche se celebra la Navidad en Egipto. Allí reside un núcleo esforzado. Son los coptos, descendientes de aquellos cristianos que resistieron con su monofisismo a la ortodoxia de Bizancio y a los embates del Islam. Están acostumbrados a sobrevivir contra los fuertes. Ahora, de nuevo, son acosados y asesinados. Y, novedosamente, ya no están a salvo en países ajenos a su cuna, ya no están a resguardo en ese exilio al que han sido sometidos en razón de la evidente intolerancia de los musulmanes. Han recibido amenazas en Holanda y Francia por parte de terroristas islámicos. Tienen los criminales hasta sus nombres y direcciones. Aunque no te reconozcas cristiano ejerciente, no dejas de sentir ternura por una grupo humano que escribe sus textos litúrgicos en un alfabeto derivado del griego y usan en sus templos la vieja lengua de los faraones, salvada por su fe del desastre provocado por el Islam. Que su Dios les bendiga y proteja, ya que nadie más parece hacerlo.