sábado, 19 de marzo de 2011

244.

El laicismo lo tiene complicado. Su presupuesto esencial es que la religión debe ser una opción personal y privada. El culto debe ejercerse de forma particular y los dogmas no deben trascender más allá del compromiso personal del creyente. Plantearse así el fenómeno religioso es erróneo. La religión antes que un consuelo personal, es un elemento de cohesión social. Un reciente estudio demuestra que la sensación de bienestar producida por la religión se basa en el sentimiento confortable que da sentirse miembro de una comunidad. Por otro lado, el libro de Nicholas Wade (ver entrada número 52) ha demostrado que la religión es uno más de los recursos adaptivos de la especie humana para salvaguardar la supervivencia individual acogiéndola dentro la supervivencia del grupo. Bien se ve en esta Andalucía que sufres donde las cofradías son una versión de club social, donde lo religioso es sólo la excusa para el encuentro. Con que los cientos de miles de cofrades tuvieran una ligera pátina del cristianismo originario, esta tierra sería un pequeño paraíso. Puestas así las cosas, la religión o es colectiva y pública o no es. La resolución del problema es difícil. Quizá lo mejor sería aceptar una sociedad pluriconfesional y someter a los ciudadanos a una ley lo más cercana posible a unos criterios generales. Lo demás es sectarismo de quienes quieren sustituir, como ya has dicho antes, una vieja religión por otra nueva con los mismos fundamentos, pero diferentes formas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario