viernes, 11 de marzo de 2011

236.

Terminas de leer El juicio de la historia, un desafortunado título aplicado a una traducción irregular. Es un libro que recoge algunos de los artículos que escribió Joseph Roth para los periódicos durante los años 20 y 30 del siglo pasado, viviendo como podía a salto de caballo entre las ciudades europeas. Admiras al autor, un judío austríaco, tan apátrida en el fondo como todos sus congéneres y, por ello, tan europeos. Como no debería ser menos, te gusta su añoranza de los Habsburgo, su sentimiento de desarraigo tras su lamento por el sinsentido de una Europa aherrojada por los nacionalismos, su clamor por un tiempo perdido en el que no había pasaportes y en el que las fronteras no dejaban de ser un simple cartel al borde de un camino. Pero también te emociona su visión compasiva del perdedor, del miserable, del inocente objeto de la injusticia de unos tiempos tan deshumanos como lo fueron esas décadas y las posteriores. Hay páginas admirables dedicadas a la Austria de postguerra, mota en torno a la cual se generó en otro tiempo la perla del Imperio. Joseph Roth había servido en el ejército austro-húngaro y tras la derrota acabó por comprenderse a sí mismo como un jirón deshilachado entre tanto despojo humano y material. Como otro gran judío europeo. Stefan Zweig, se suicidó. Fue unos años antes que éste. Héroes ambos que prefirieron aferrarse a la dura dignidad del fracaso antes que seguir viviendo en medio de la barbarie. Cuenta una historia que tras una borrachera, su médico, viéndolo muy enfermo, quiso asistirle. Roth se negó. Acudió entonces el doctor al Archiduque Otto de Habsburgo, que habitaba en la misma ciudad. El hijo del último monarca austríaco le mandó recado al escritor. “Como legítimo representante de mi dinastía –rezaba más o menos el mensaje- le ordeno que se deje atender por el doctor.” Los cuidados del médico, aceptados con obediencia por un leal súbdito, no impidieron poco después la ceremonia última de su existencia.

Joseph Roth, El juicio de la historia, trad. Eduardo Gil Bera, Madrid, Siglo XXI, 2009.

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