martes, 15 de marzo de 2011

240.

Sobre la instrucción pública
IV y último
Y llegaste a no saber qué hacer. Como buen funcionario a la antigua usanza, eras leal a tus superiores y consciente de tu oficio. Así que empezaste a estudiar los nuevos métodos. Intentaste con todas tus fuerzas aplicarlos al aula. Y todo fue un fracaso. Empezando porque la realidad de una Administración sobrepasada en su deseo por cumplir la utopía socavaba desde sus cimientos todo ese edificio tan bellamente erigido en los papeles. Acabaste intentando que los alumnos hicieran un juego de la oca con los viajes de Odiseo y sólo lograste que los compañeros martirizaran a un pobre muchacho con dotes de dibujante que te hizo una labor magistral. Es sólo un ejemplo, ente muchos otros, que te resultó tremendamente doloroso. Ya estábamos en lo de siempre: destrucción de lo tradicional, fracaso de la alternativa y una sociedad al borde del abismo. Con todo, mantuviste tu integridad en aquel infierno destemplado dominado por una violencia soterrada que con frecuencia salía a la luz y provocaba amenazas de la Inspección, amenazas de los padres, amenazas de la directiva y resignación de tus compañeros. Hasta que toda esa presión interna salió a la luz. Afortunadamente, abandonaste aquello. O, mejor, te echaron, aunque esa es otra historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario