sábado, 5 de marzo de 2011

230.

Lo dice Antonio Cabezas en La literatura japonesa (Madrid, Hiperión, 1990, pág. 42): El japonés de aquella época se acordaba de que tenía que morir, pero no precisamente viendo una calavera, sino contemplando la caída de los pétalos del cerezo. La época es la vivida por la escritora Sei Shônagon, pero esta frase tiene alcance universal e intemporal. No crees que se puedan recoger con menos palabras las esencias de dos culturas diferentes.

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