martes, 3 de mayo de 2011

280.

Si osaras internarte por las sendas de los filósofos y te atrevieras a poner en estado de alerta tus pobres y limitadas neuronas, quizá reharías la frase de Descartes. El francés, agotado por la polémica, ideó la manera de hacer tabula rasa de la tradición filosófica inaugurando una corriente que daría mucho juego en la filosofía. Y halló que lo único claro y distinto que podía afirmar era aquello de cogito ergo sum. Luego, aherrojado por su propia conclusión, se sacó de la manga noética aquello otro de la materia extensa. Hoy en día esa dualidad está descartada, pero el valor de Descartes, como el de la mayoría de los pensadores, sigue vigente por cuanto fue un escalón más en la historia de la filosofía. Y fue, además, un excelente matemático. Tú, osadamente, afirmarías que si algo hay claro y distinto es que vas a morir. Si algo hay claro y distinto es que todo desaparecerá, incluido tú mismo. Extinguam ergo sum, me extinguiré, luego soy. Porque no fuiste, eres; y porque eres, algún día no serás. En esta doble proposición, la extinción es más clara y más distinta, más duradera, más abarcadora que el ser. Esto es lo único seguro, lo único sin discusión. La única noción indiscutible, pues. Si sentías zozobra porque no veías nada cierto a tu alrededor, aquí tienes una piedra de toque.

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