sábado, 30 de octubre de 2010

127.

Qué bien descubierto el término de “ciudadela” aplicado al mundo interior de quienes se sienten perplejos ante la vida y prefieren resguardarse al amparo de sus piedras. Zweig te dice que procede de Goethe. Tú, como buen helenófilo, lo cambias por otra palabra más acorde a ti. Tú no tienes una “ciudadela” que defender y en la que refugiarte, sino una “acrópolis”. Οὐδαμοῦ γὰρ οὔτε ἡσυχιώτερον οὔτε ἀπραγμονέστερον ἄνθρωπος ἀναχωρεῖ ἢ εἰς τὴν ἑαυτοῦ ψυχήν. No hay lugar más reposado y libre de quehaceres al que pueda retirarse el hombre que su propia alma, vuelve a ti Marco Aurelio.

Marco Aurelio, Meditaciones, IV 3.

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