jueves, 2 de septiembre de 2010

85.

Tras esta orgía de mismidad, de trabajo centrado en el núcleo más íntimo del adepto, de desinterés en ese mundo exterior al que es necesario dejar ir tal como es, sin interpretarlo ni interferirlo, temes que la senda del Buda derive hacia el egocentrismo. Esta eventualidad, sin embargo, fue cortada de raíz por el fundador. La otra cara de la moneda de su doctrina es la compasión por el dolor que aferra todos los seres vivos. En consecuencia, el Iluminado ordena que sus seguidores que ilustren a los demás en la senda de la liberación. Si no fuera por ese aspecto solidario, el budismo se hubiera convertido en una doctrina de iniciados ajenos al devenir de sus congéneres. De hecho, el Hinayana, la llamada escuela del Pequeño Vehículo, obvia ese aspecto altruista en mayor medida que la otra de las dos escuelas fundamentales del budismo, el Mahayana, el Gran Vehículo. Sabes que el ideal de la primera es el arhat, el sabio que se libera de sus ataduras, de la rueda de las reencarnaciones y accede al nirvana, y que el objetivo de la segunda es el boddhisattva, la persona que logra la iluminación y, sin embargo, acepta reencarnarse eternamente hasta que todos los seres vivos logren liberarse del sufrimiento.

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