viernes, 22 de abril de 2011

271.

De los siete relatos, cuatro breves, tres más largos, que has leído de Junichiroo Tanizaki, el titulado El cuento de un hombre ciego ha sido el que más has apreciado. Se trata de una novela breve de ambientación en el Japón del siglo XVI, donde las pendencias entre los señores feudales se desparramaban por la Tierra de los Dioses asolando campos y ciudades. Te ha recordado historias como las protagonizadas por el clan Heike. En el fondo, serpean la resignación ante la fugacidad de la vida y el sentido estricto del deber. Los demás relatos están poblados de seres con personalidades particulares, con unas obsesiones moderadamente dominantes conforme al genio japonés, que abomina de los excesos expresivos. Personajes extremos en su contención como un tatuador perfeccionista destruido por su mejor creación, hombres de ambigua relación con las figuras maternas, ladrones que cuentan su historia como si de otro se tratase y otras muestras de sushi literario. De todas formas, no te ha seducido. Sigue siendo Kawabata el que mora en tu particular cumbre de la literatura nipona. Y te ha molestado señaladamente que la traducción fuera del inglés, no del japonés. Aunque te diste cuenta cuando ya habías comprado el libro.

Junichiroo Tanizaki, Siete cuentos japoneses, trad. de Ángel Crespo y María Luisa Balseiro, Barcelona, Siruela/DeBolsillo, 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario