miércoles, 20 de abril de 2011

269.

Uno de tus amables lectores se pregunta en sus comentarios la razón de la falta de autocrítica entre las autoridades sobre la andadura del sistema de enseñanza actualmente trotante por las calcinadas dehesas mentales españolas. Crees tener una explicación. Hay mucha gente que ha encontrado un confortable espacio en el que morar a la sombra de ese sistema y hay quienes le están profundamente agradecidos por permitirles llegar por vía espuria a un lugar que por vía legítima nunca hubieran ni siquiera columbrado. Subyace en el sistema una concepción de la labor docente radicalmente distinta de la tradicional y esta premisa lleva a erigir un edificio poblado por profesionales a los que, so capa de exigirles nuevos valores, se les aparta de la primacía de la cultura, el saber y el conocimiento. Si el profesor no tiene que ser sabio, sino un moderador intercultural, lo demás se da por añadidura. En función a esas bases, la vieja fauna docente cambia en su distribución y se producen ascensos y descensos, además de nuevas hornadas a las que no se les pide amor al saber, sino adhesión ideológica y energía positiva. El primer grupo beneficiado consta de sindicalistas y miembros del Partido, que con el mérito de un carnet en el bolsillo, han desertado de la tiza (brillantísima expresión maquinada por un profesor sevillano) y pacen en los Centros de Profesores y en los infinitos despachos oficiales imaginando cómo humillar a sus antiguos colegas con cursos que infaman su capacidad intelectual. Son muchos y tienen mucho mando. Luego, están los pedagogos y similares. Sin el apoyo de la LOGSE, seguirían siendo nada relevantes, inexistentes en el teatro académico español (y mundial). Sus esotéricas elucubraciones pseudo científicas continuarían en el limbo de la revolución pendiente, añorando un futuro de eco-pacifismo, feminismo, igualitarismo y multiculturalidad, con la consiguiente mediocridad y ruina generalizada. Hay, a continuación, mucho adocenado que ha podido acceder a puestos inalcanzables previamente por exigir duras pruebas en su acceso. Los nuevos catedráticos, los nuevos inspectores son un ejemplo. Eran jerarquías que antes de la llegada de los nuevos padecían mofa y befa. Hasta que se transformó el sistema para que los burladores se asentaran en el escalafón sin tener que estudiar. A partir de ese momento, vuelven a ser respetables. Pero ya están definitivamente desprestigiados en función de la cualidad académica e intelectual de sus nuevos ocupantes. Hay mucho político que sabe manejar el resentimiento y la envidia de los seres humanos con la cosecha de unos votos contantes y sonantes. Y nada vende mejor que la guillotina para quienes están por encima. Destaca, finalmente, el entramado de asociaciones de padres controladas por el Partido con voz y voto en los Consejos Escolares, adoctrinando a los demás progenitores A y B sobre las bondades de ese sistema y las maldades de los fascistas que lo denigran. Este es tu diagnóstico. Y tu pronóstico: nada cambiará. Porque España y yo, señora, somos así.

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