viernes, 15 de abril de 2011

265.

El lunes pasado te encontraste con este párrafo en un periódico: David Cameron dijo hace unos días en Islamabad que el Reino Unido era “el responsable de muchos de los problemas del mundo actual”. La frase la aplaudió con alborozo una audiencia de estudiantes paquistaníes. La frase, en su cobardía, no requiere mayores explicaciones y el entorno, en su barbarie, menos aún. En el fuero interno de un Occidente en decadencia, esas palabras se entienden como un honrado reconocimiento de culpabilidad; pero para los pakistaníes es la muestra patente de temor y una invitación a la rebatiña sobre nuestros despojos. De acuerdo que la historia de la Humanidad es el relato de una infamia repleta de sangre y ruina. De acuerdo que todas las civilizaciones se han expandido con criminales a la cabeza que los vencedores entienden como héroes. Pero mientras no se salmodie un mea culpa universal, las intervenciones como la mencionada, lejos de suponer un mérito, son una desgracia. Siempre pensaste que el admirado Gandhi, si en vez de haber nacido en el seno del Imperio Británico, hubiera nacido en el Imperio Otomano, por poner un ejemplo, sus huesos se hubieran secado anónimamente en una fosa común de cualquier prisión perdida.

El Mundo del lunes, 11 de abril de 2011, pág. 37.

2 comentarios:

  1. Don Emilio, ha puesto Vd el dedo en una de las llagas de esta, más que decadencia, voluntad de suicidio de Occidente: que las autoinculpaciones e intentos conciliatorios no son entendidas por los islamistas más que como signos de debilidad que, lejos de aplacarlos, los animan a seguir adelante con más bríos. Ya se supo hace unos años que una de las bazas con las que contaban los dirigentes de Al Qaeda era este complejo de culpa autoinfligida que debilitaba al enemigo occidental. En esto siempre insistía un amigo arabista, que conocía bien el paño y se cayó del burro a tiempo. Por otra parte, no es nada nuevo: los intentos pacificadores no funcionan con los totalitarios, ya sean los nacional-socialistas, los comunistas, los islamistas o la ETA; al contrario, son absolutamente contraproducentes. Pero la alternativa a eso requiere de una convicción moral y de un temple, amén de una batalla ideológica, que pocos están dispuestos a plantear. Precisamente acabo de leer un artículo del arabista políticamente incorrecto Serafín Fanjul, que es una autoridad en estas cuestiones, además de brillante polemista. Le dejo el enlace por si le interesa:http://www.libertaddigital.com/opinion/serafin-fanjulcontra-la-integracion-59280/. También le dejo otro sobre el tan traído y llevado mito (en el peor sentido, claro) de las tres culturas: http://www.conoze.com/doc.php?doc=6174

    Un saludo.

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  2. Ya había leído el artículo de Serafín Fanjul en Libertad Digital. Es uno de los pocos clarividentes entre los intelectuales españoles. Y su mérito se incrementa al ser un arabista de prestigio. Coincido en todo lo que expone en su comentario. La mayor muestra de la decadencia de nuestra civilización es esa negativa a plantear la lucha ideológica y de valores. Justamente, en el campo de la instrucción pública esa rendición es más evidente. Ahí, la tradición cultural de Occidente es algo despreciado y minusvalorado. Por otra parte, es muy significativo que buena parte de los conversos al islam procedan de comunistas desengañados. Al final, el enemigo es la libertad. Y quede claro que la libertad es siempre algo individual. Los colectivos no son susceptibles de ser o no libres. Leeré con atención el enlace que me recomienda, aunque ya conozco de antiguo ese timo de las tres culturas y el supuesto paraíso del califato. Es lógico que sea un arma en manos de los enemigos: esa Córdoba es su mito porque reproduce su sociedad ideal. Musulmanes con todos los derechos y minorías sometidas (judíos y cristianos). Más o menos lo que sucede hoy en día con los coptos en Egipto, por ejemplo, cuyos derechos son menores que los musulmanes y tienen vetado el acceso de los niveles medios y altos de la sociedad.

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