jueves, 17 de febrero de 2011

218.

Que las fronteras entre lo que es izquierda y derecha son difusas lo ves cada vez más claro. Hay revuelo con el problema de la piratería en Internet. De un lado, piensas que según la doctrina clásica de lo que se supone es la izquierda, sus partidarios deberían mostrarse afectos a que todo el mundo dispusiera gratis de todo lo que burbujea en red. Ya sabes: la cultura para el pueblo y demás consignas. De otro lado, piensas que la derecha debería ser celosa de la propiedad privada y en esta se debería incluir lo que se suele conocer como “propiedad intelectual”. Pero hete aquí que la izquierda socialista aboga por defender la propiedad privada del derecho intelectual y que la derecha liberal propugna la libre disposición de los contenidos de Internet. Tú, por tu parte, no sabes a qué atenerte. De un lado, es evidente que la libertad creativa del artista y del intelectual se basa en la independencia económica que le da vivir de su trabajo. De hecho, la política de subvenciones tan cara a la izquierda fomenta una versión postmoderna del viejo músico-criado al servicio del noble que le paga para que amenice sus fiestas y demuestre ante los demás congéneres su poderío. El artista y el intelectual que viven de su trabajo son un avance en la libertad. Por otro lado, cuando buceas en los foros de quienes defienden la descarga gratuita, te encuentras con gente que propugna para los creadores el sostenimiento con dinero público. Y cada vez que alguien habla de dinero público, piensas en el agit-prop de la III Internacional. Al final, te quedas con la idea de que en todo este follón es izquierda lo que el izquierdista de turno dice que es izquierda y derecha lo que el derechista de turno dice que es derecha. Hoy es una cosa y mañana será otra, qual piuma al vento y al final, messer Niccoló di Bernardo dei Macchiavelli.

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