martes, 8 de febrero de 2011

210.

La principal dificultad que se encuentra a la hora de aprender un idioma extranjero es el vocabulario. El resto de factores intervinientes en el fenómeno de la lengua, por muy complejos que sean, es dominable; pero las decenas de miles de palabras son un muro de ladrillos que se debe erigir lentamente con la argamasa frágil y quebradiza de la memoria. Gracias a Google Translator, has podido leer con soltura una novelita de Stefan Zweig en alemán: Brennendes Geheimnis. La búsqueda de vocabulario es vertiginosa y los disparates de ese recurso son salvables con la consulta a otras páginas web. La obra es deliciosa. Hay un análisis tremendamente agudo de la psicología de un adolescente, de sus relaciones con los adultos y de la intuición de un fenómeno que parece ser la piedra de toque de la conducta de esos mismos adultos. Choca un tanto la ingenuidad de ese casi niño con lo que conoces hoy en día de los personajes de la misma edad, pero no debes olvidar que estás hablando de principios del siglo XX en un contexto que te recuerda las novelas de Thomas Mann centradas en la nobleza y en la alta burguesía. El estilo es rápido, aunque estés bregando con el alemán, lengua pesada como una división de Panzers. No te extraña que Zweig tuviera éxito en su tiempo: la obra tiene todos los ingredientes de la buena literatura: amenidad, interés y estilo.

Stefan Zweig, Brennendes Geheimnis, leída en versión digital descargada legalmente de http://www.gutenberg.org/ebooks/24173

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