viernes, 18 de febrero de 2011

219.

Te atrae el budismo por diversas razones. No habla de un Dios que tú no ves. Erige un edificio sobre la caducidad de todo lo que existe, una base perfectamente comprensible por cualquier ser humano con un poco de perspicacia. Se las ve de frente con la nada, origen y meta de la conciencia. Organiza y argumenta unas normas éticas de sentido común presentes en todas las sociedades a lo largo del tiempo y del espacio. Renuncia a la esperanza en un más allá irracional. Junto a estos rasgos, te resultan tremendamente atractivas las semejanzas que el budismo tiene con las antiguas escuelas filosóficas griegas. En las enseñanzas y en los seguidores del Buda Shakyamuni ves la pervivencia del espíritu de los pitagóricos ancestrales, de la Academia platónica, del Liceo aristotélico, del Jardín epicúreo y del Pórtico estoico. Tanto el budismo como las escuelas filosóficas helénicas basaban su doctrina en un conocimiento racional de la realidad donde no hay revelaciones de dioses y donde hasta los más arcanos dogmas son accesibles al saber humano. Luego, cada una sacaba consecuencias diferentes. El Buda no nos pide fe, sino racionalidad para aceptar la implacable verdad que fundamenta su doctrina, al igual que los maestros filósofos griegos. Incluso el método expositivo de los sutras semeja al de los diálogos platónicos. También presentan un objetivo práctico, más o menos primordial en el cuerpo de sus enseñanzas, y ofrecen normas para un comportamiento que permita una vida exenta de infelicidad, llena de armonía y calma. Difieren en otros muchos aspectos, como los rituales y el culto al fundador, que en el caso del budismo se recrea con aportaciones míticas fáciles de obviar desde un punto de vista racional. No vas a introducir aquí consideraciones acerca de los contactos que la cultura griega tuvo con el budismo gracias a las conquistas de Alejandro Magno y del desarrollo de los reinos helenísticos en los confines de Persia y en las fronteras con la India, cuyas más hermosas representaciones son las esculturas y los relieves del arte grecobúdico. Tampoco vas a hablar de las supuestas influencias que el escepticismo de Pirrón pudo aceptar procedentes de los seguidores del Buda. Las conexiones directas son interesantes, pero contempladas desde la curiosidad intelectual. Las similitudes conceptuales, sin embargo, afectan directamente al núcleo de la vida y sus conflictos. En pocas palabras, desde un punto de vista mucho más general, no puedes dejar de sentirte atraído por una manera de entender positivamente la existencia donde oyes resonar ecos de los maestros de la Antigüedad griega.

3 comentarios:

  1. Una es una ignorante en estos lares, pero, ¿no se contradice Vd. con respecto a la 212?

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  2. Es muy acertada la percepción de una contradicción. Todas las corrientes filosóficas que pretenden un sentido a la existencia se basan en la racionalidad. De aqui podríamos sacar dos conclusiones: esa racionalidad de base da lugar siempre a conclusiones opuestas, lo que deposita dudas en la validez universal de la razón. Por otro lado, que pocos lleguen a ser consecuentes con sus presupuestos, que muchos fracasen en el intento (yo entre ellos) y que la inmensa mayoría las consideren chaladuras son la prueba de que la racionalidad no es el fuerte del ser humano en eso de vivir. En todo caso, gracias por el comentario y considere que quien esto escribe es un manojo de contradicciones. Todavía a estas alturas estoy seguro de pocas cosas y sigo buscando.

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  3. Oooh, si ¡¡¡La aventura de la vida!!!!

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