miércoles, 2 de febrero de 2011

205.

Sigue tu lectura de Polibio. Este fragmento te resulta sorprendentemente familiar. Parece como si estuviera retratando al peculiar pueblo español. Nihil novi sub sole y la élite intelectual moderna despreciando esto. La traducción, tuya.

[2] καὶ γὰρ αὕτη πλεονάκις μὲν ἴσως, ἐκφανέστατα δὲ τῇ Θεμιστοκλέους ἀρετῇ συνανθήσασα ταχέως τῆς ἐναντίας μεταβολῆς ἔλαβε πεῖραν διὰ τὴν ἀνωμαλίαν τῆς φύσεως. [3] ἀεὶ γάρ ποτε τὸν τῶν Ἀθηναίων δῆμον παραπλήσιον εἶναι συμβαίνει τοῖς ἀδεσπότοις σκάφεσι. [4] καὶ γὰρ ἐπ᾽ ἐκείνων, ὅταν μὲν ἢ διὰ πελαγῶν φόβον ἢ διὰ περίστασιν χειμῶνος ὁρμὴ παραστῇ τοῖς ἐπιβάταις συμφρονεῖν καὶ προσέχειν τὸν νοῦν τῷ κυβερνήτῃ, γίνεται τὸ δέον ἐξ αὐτῶν διαφερόντως· [5] ὅταν δὲ θαρρήσαντες ἄρξωνται καταφρονεῖν τῶν προεστώτων καὶ στασιάζειν πρὸς ἀλλήλους διὰ τὸ μηκέτι δοκεῖν πᾶσι ταὐτά, [6] τότε δὴ τῶν μὲν ἔτι πλεῖν προαιρουμένων, τῶν δὲ κατεπειγόντων ὁρμίζειν τὸν κυβερνήτην, καὶ τῶν μὲν ἐκσειόντων τοὺς κάλους, τῶν δ᾽ ἐπιλαμβανομένων καὶ στέλλεσθαι παρακελευομένων, αἰσχρὰ μὲν πρόσοψις γίνεται τοῖς ἔξωθεν θεωμένοις διὰ τὴν ἐν ἀλλήλοις διαφορὰν καὶ στάσιν, ἐπισφαλὴς δ᾽ ἡ διάθεσις τοῖς μετασχοῦσι καὶ κοινωνήσασι τοῦ πλοῦ· [7] διὸ καὶ πολλάκις διαφυγόντες τὰ μέγιστα πελάγη καὶ τοὺς ἐπιφανεστάτους χειμῶνας ἐν τοῖς λιμέσι καὶ πρὸς τῇ γῇ ναυαγοῦσιν. [8] ὃ δὴ καὶ τῇ τῶν Ἀθηναίων πολιτείᾳ πλεονάκις ἤδη συμβέβηκε· διωσαμένη γὰρ ἐνίοτε τὰς μεγίστας καὶ δεινοτάτας περιστάσεις διά τε τὴν τοῦ δήμου καὶ τὴν τῶν προεστώτων ἀρετὴν ἐν ταῖς ἀπεριστάτοις ῥᾳστώναις εἰκῇ πως καὶ ἀλόγως ἐνίοτε σφάλλεται. [9] διὸ καὶ περὶ μὲν ταύτης τε καὶ τῆς τῶν Θηβαίων οὐδὲν δεῖ πλείω λέγειν, ἐν αἷς ὄχλος χειρίζει τὰ ὅλα κατὰ τὴν ἰδίαν ὁρμήν, ὁ μὲν ὀξύτητι καὶ πικρίᾳ διαφέρων, ὁ δὲ βίᾳ καὶ θυμῷ συμπεπαιδευμένος.

En cierto modo, éste [el régimen democrático ateniense] tras un reconocidísimo esplendor gracias a las cualidades de Temístocles, en muchas ocasiones experimentó un rápido cambio en la dirección contraria debido a la inestabilidad de su naturaleza. Muy frecuentemente sucede que el pueblo ateniense se parece a las naves sin gobierno. En ellas, cada vez que en razón del miedo a la mar o a la presencia de una tempestad aparece en los marineros el impulso de actuar con serenidad y prestar atención al capitán, se ejecutan las maniobras de manera brillante. Pero cada vez que se envalentonan, comienzan a despreciar a los comandantes y a enfrentarse unos contra otros por la divergencia de pareceres, justo entonces, unos prefieren seguir navegando, otros instan al capitán para que eche el ancla, otros sacuden fuera los cabos, otros se mantienen y exhortan a recoger la vela. Las disputas mutuas y los motines resultan un vergonzoso espectáculo para los que observan desde fuera y la situación se presenta insegura para los que toman parte y asisten a la navegación. Por ello, muchas veces tras escapar con bien de los más peligrosos mares y las más famosas tempestades naufragan en los puertos y junto a tierra. Y eso es, precisamente, lo que le ha sucedido siempre al régimen político ateniense: unas veces, supera las mayores y más terribles adversidades gracias a las cualidades del pueblo y de sus dirigentes, mientras que otras veces, de forma en cierto modo aleatoria e irracional, yerra en medio de una descuidada negligencia. No hay por qué seguir hablando de este régimen político ni del de los tebanos, en los cuales las masas lo manejan todo al albur de sus propios impulsos, las unas destacando por su puntillosidad y su resentimiento; las otras educadas en la violencia y la ira.

Polibio, Historias, VI 44 2-9.

No hay comentarios:

Publicar un comentario