sábado, 22 de enero de 2011

195.

No eres poeta, ni tus pretendidos versos son buenos. En la poesía, como en todo, no vale la mediocridad, sino la excelencia. Por eso no osas llamar a lo que viene un poema, sino unas líneas con forma de poema. Va dedicado a tu compañera, a la que tanto queremos los que estamos a su lado y que a veces se cansa, comprensiblemente, de tanto amor.

¿Alguna vez te ha dicho alguien
que tu sonrisa da la vida?
Podría jurar, sin temor a equivocarme,
que nunca nadie se atrevió a tanto contigo.
Permíteme, por tanto, en esta hora
decirte verdades como besos,
como aquellos desgranados quedamente por tus labios.
Déjame decirte lo primero:
entiéndenos cuando miramos
con el gesto alerta de las olas
el proceso de tus ojos o la cadencia de tus manos,
la ruta que siguen tus encuentros
o la forma en que adviertes las mañanas.
Compréndenos, tennos paciencia,
porque no sé si estás al tanto:
tu sonrisa da la vida sin posible remisión.
Advierte que si sufres,
se nos clava la vida en nuestras venas;
si estás alegre al despertar,
el día nos parece un paraíso.
Sé clemente con tus hados,
nadie pidió nunca tu opinión,
bien lo sabemos,
y tu sonrisa puede a veces convertirse en un sudario,
hacerse pesada como un mundo a la deriva.
Quiero que sepas que todos lo sentimos
pero no podemos renunciar,
perdónanos,
a esa sonrisa tuya que, quizá nadie te dijo,
nos da la vida envuelta entre sus labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario