domingo, 23 de enero de 2011

196.

Adviertes que la queja sobre los tiempos contemporáneos es una constante de la historia humana. Nada deben asombrarte, pues, aquellas lamentaciones de un escriba egipcio que miles de años antes de Cristo ya descreía de la juventud y la calificaba con términos que modernamente cualquiera suscribiría. ¿Acaso la ridiculización que hace Aristófanes de Sócrates en sus comedias no se basa en los mismos criterios que cualquier persona madura hoy asestaría a los jóvenes de tu tiempo? Lo mismo puede adscribirse a la maldad de la edad presente. La sensación de desastre y de decadencia se enseñorea por doquier y son raros los que miran con ojos bondadosos los momentos que les han tocado vivir. Tu época no difiere en esto de eras pasadas y, oh dolor, tú tampoco eludes la caída en la zanja, como aquel ciego guiado por otro ciego. Pero en medio de la juventud desconsiderada, de la zafiedad ambiente, de la degradación de las costumbres, del analfabetismo funcional de la mayoría de tus coetáneos, debes reconocer que ahora el dolor físico es menor que antes, que una familia de clase humilde vive mejor que el más opulento de los emperadores antiguos, que la gente vive más tiempo, que hay menos guerras en el mundo, que con un poco de dinero y muchas ganas se puede recorrer en un mes lo que en siglos pasados sólo podía recorrerse en años y con los recursos de los muy ricos, que la comida abunda en los comercios, que los estados intentan aliviar las adversidades de sus ciudadanos y muchas otras ventajas más de la modernidad. Bien mirado, te quejas gratuitamente, porque has tenido la fortuna de nacer en el siglo XX en un país del mundo desarrollado. Que la gente desprecie los clásicos griegos no es un drama. También con el paso de los siglos, las viejas glorias del Egipto faraónico cayeron en el olvido y hoy son motivo de interés para almas curiosas y aficionados a las antigüedades. Ya sabes, todo pasa. Y quienes sigan sintiendo en sus espíritus el aguijón de la queja por los malos tiempos que corren, siempre tendrán a mano aquellos que son menos afortunados que los habitantes del Primer Mundo, aunque sospechas que con el paso del tiempo también a ellos les llegará el turno de vivir en una sociedad que obvie su prosperidad para abismarse únicamente en los puntos oscuros de sus días.

2 comentarios:

  1. Estamos muy deacuerdo con casi todo lo que dice, no obstante: "que los estados intentan aliviar las adversidades de sus ciudadanos" aquí el estado únicamente intenta aliviar sus propias adversidades no las de sus votantes, así todo pienso que los votantes se lo deben merecer por permitir un estado semejante al que padecemos.

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  2. No seré yo, obviamente, quien defienda esta cutre partitocracia con ínfulas de despotismo ilustrado corrupto que nos gobierna, ni ocultaré las lacras de la democracia. Mi afirmación tiene un carácter general. Comparado con el absolutismo, por ejemplo, los regímenes modernos del mundo desarrollado presentan un aspecto más aseado que los viejos. O eso creo...

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