martes, 4 de enero de 2011

180.

¿Cómo conjuntar el budismo con tu amor por los seres queridos, por el mundo helénico, por lo europeo, por la cultura occidental, por las tierras con brumas y lluvia, por la música de Jean-Baptiste Lully, por los cuadros de los impresionistas franceses, por la buena literatura, por tantas y tantas cosas hermosas? A veces has pensado que eran incompatibles. Pero no lo son. La esencia del budismo es la sabiduría que te hace ver la auténtica realidad. Esa esencia es el vacío. O la nada, si quieres hablar en lengua comprensible a la tradición occidental. La clave consiste en no olvidar que todo aquello que amas es efímero. Importante para ti, pero efímero. Como todo lo que existe. Al final, llegará un momento en que Platón, Noruega o Monet no serán nada. Que esto es así, no resulta nada nuevo. Todo el mundo lo sabe y sin embargo, eso no ha significado la renuncia a los objetos amados. Sigue amándolos, pero intenta hacerlo con soltura, siendo consciente que ellos, como tú, no son más que un sueño de impermanencia en el océano del vacío.

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