martes, 25 de enero de 2011

198.

Hay una expresión que has visto como titulo de un libro y que define, en grandes trazos, lo que pretende el zen: vivir sin cabeza. De acuerdo con lo que las neurociencias han ido descubriendo en los últimos decenios, las decisiones que tomamos vienen dictadas por nuestras emociones [ver entrada 110]. La razón acude presurosa en auxilio del vencedor para apuntalar el resultado. Sin embargo, nuestra mente nos hace creer que nuestra conducta está dictada por la racionalidad. La preeminencia de lo emotivo en nuestro proceder es un resto de nuestro pasado de homínido en el que las decisiones debían adoptarse rápidamente. No era aconsejable ponerse a pensar qué se debe hacer cuando un leopardo acecha nuestros pasos. Es mejor dejarse llevar por el instinto. Quizá lo que el zen pretenda sea que vivamos dejando caer el velo de la razón, dejarse llevar en nuestra vida por esas emociones que, de todas maneras, van a acabar haciendo lo que desea sin que podamos evitarlo. Y la razón, para la Física.

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