viernes, 21 de enero de 2011

194.

Dado que la vida es incontrolable y sigue sus propias reglas sin atender al efecto sobre las almas y los cuerpos de los seres humanos, la única manera de sobrevivir a ella es actuar sobre lo que sí podemos controlar. Tanto los filósofos griegos como los seguidores del Buda han encontrado la clave del problema en la mente. Los primeros se sabían impotentes ante las asechanzas de la Fortuna, escrita en mayúsculas, ya que eran deudores de la divinización de esa fuerza llevada a cabo en tiempos helenísticos. Por otro lado, la enfermedad, la vejez y la muerte están ahí y se cebarán en ti sin que puedas hacer nada por evitarlo; ahora bien, sí que puedes intentar que no te hieran y las armas para ese combate se hallan en tu mente. Los griegos pretendían que esa formación espiritual fuera impulsada por la razón; los budistas prefirieron confiar en otras fuerzas más profundas, aunque la lectura de los sutras revela un denso entramado plenamente racional. Incluso, como ya sabes y has comentado, en el método de exposición de su doctrina el Buda emplea una versión del método socrático hecho a base de preguntas y respuestas guiadas por el maestro, pero van más allá y aspiran a abrir ese tercer ojo que te permita acceder a la realidad de forma directa. En el fondo, los mundos espirituales de la India y de Grecia no eran tan distantes. Los panteones procedían de los indoeuropeos y el Buda, al igual que los filósofos griegos, partió de sus dioses para crear nuevos senderos donde ya no dirigían con su prepotencia las vidas de los hombres.

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