jueves, 13 de enero de 2011

188.

En los EE.UU. hay una mujer que cumple condena. Se libró de la pena de muerte por los pelos. Su nombre es Susan Smith. Su delito, haber ahogado voluntariamente a sus dos hijos pequeños en un coche dejándolos caer a un lago mientras dormían bien asegurados en el asiento de atrás. Era el 25 de octubre de 1995. El móvil: su novio por entonces le había escrito una carta afirmándole que la amaba, pero que se sentía incapaz de convivir con ella y los dos hijos que Susan tenía de su anterior matrimonio. Despechada, cometió el crimen. Luego dicen que los clásicos nada tienen que decir y que los humanos carecemos de algo que pervive a lo largo de los milenios. En Susan Smith retumban, como desde el fondo del Hades, las carcajadas de Medea.

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