jueves, 27 de enero de 2011

199.

Hay otro enigma además del famoso ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? Esa otra cuestión sería ¿qué fue antes, la vida o la melancolía? Intentar la respuesta de la primera pregunta es una imbecilidad, semejante a la formulación de la incógnita. La respuesta a la segunda está clara: primero fue la melancolía y luego la vida. O sea, que la vida no resulta amarga o breve o cualquier otro adjetivo que imagines, sino que su neutralidad se ve teñida por los tintes de una melancolía previa. Sin embargo, igual que dijiste antes de ayer que la razón enmascara con éxito su carencia de poder con su presencia apabullante, la vida, tan poderosa, acaba por imponer su fuerza sobre el auténtico causante de una postura aferrada ante ella misma. Todo, pues, nos lleva al mismo punto: si hay algo que tocar es la melancolía, no esa vida que supuestamente la crea. Luego, puedes acudir a las pastillas o meterte a monje. Otras opciones no son más que salvavidas ilusorios con más fallos que una escopeta de feria, aunque a veces aciertes y te lleves la muñeca chochona de premio.

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