lunes, 22 de noviembre de 2010

145.

A fin de cuentas, no aspiras a ser un boddhisattva, ni a la iluminación; no aspiras a ser un sabio, ni a poseer el don de la filosofía; no aspiras a ser famoso ni a que te saluden por la calle; no aspiras a ser rico ni a disfrutar de mil propiedades; tampoco ansías una vida larga a toda costa. Los anhelos del Fausto de Goethe te dejan frío. A fin de cuentas, sólo aspiras a que unos poquísimos te quieran y a que la vida no te duela demasiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario