sábado, 20 de noviembre de 2010

144.

El Buda afirmaba que su doctrina era el camino del medio. Para ti, que no pretendes ingresar en un monasterio y olvidarte plenamente del mundo, el intento de vivir con conciencia zen en ese mismo mundo puede aceptarse como la intención de poner las cosas en su sitio, de ser moderado en el encaje dentro de la realidad. La esencia del ser es no ser, ya que todo, excepto la materia, es un continuo hacerse y deshacerse. Dentro de ese mundo de las formas (que bien podrían asimilarse a las aristotélicas) la conciencia de existir no es sino una más. Y ya sabes que tú eres la conciencia de ti mismo, no otra cosa. El zen puede enseñarte a tomar las cosas como son, a plantearte la existencia como un transitar por una vía central en la que se descarta el apego absoluto al ser impermanente y la renuncia total de ese mismo ser tomando como excusa su radical vacuidad. Aproximándote a la realidad tal como es, aceptas que lo que vives es transitorio, perecedero y que tiene una importancia acorde con esa caducidad. Pero la visión clara del vacío esencial de todas las cosas no te lleva a abominar de esas formas entre las que te hallas y de las que eres una parte más.

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