sábado, 6 de noviembre de 2010

132.

Ante un europeo integral como Stefan Zweig, te duele el sentimiento hipercrítico con la historia y la cultura europea que los propios habitantes del continente manifiestan continuamente. No necesitan que vengan de fuera a resaltar todo aquello que de negativo ha brotado en su solar. Se bastan y se sobran para denigrarse los propios europeos. La tradición cultural se desprecia a favor de otras manifestaciones calificadas de más genuinas y más puras. Los logros de la ciencia europea se perciben como el preludio del Apocalipsis. Las concepciones políticas alcanzadas tras milenios de pugna por la libertad del individuo, se desprecian por ser estimadas como simples manifestaciones de un orden social sucio, corrupto e injusto. Los europeos se están despojando con vergüenza de su cultura. En otras ocasiones, no se ocultan ante los ojos del resto del mundo con el rostro enrojecido, sino que se dejan envolver en la pasividad y en la indiferencia ante lo que fue y es Europa. Y como es tanto el rechazo a lo europeo, la inquina hacia los EE.UU. se pavonea por doquier en los centros neurálgicos de la intelligentsia del Viejo Continente, bien consciente como es de que en el norte de América ha cuajado el logro más elaborado del ideal europeo. Te apena este desprecio y esta ceguera que no llevará más que a la extinción cultural de Europa.

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