lunes, 20 de junio de 2011

316.

Sándor Márai fue un gozoso descubrimiento con El último encuentro y La mujer justa. Posteriormente, fue un abandono por aburrimiento en El amante de Bolzano. Hoy es un resistir hasta el final por no dejar un libro a medio concluir. Y eso que hace tiempo descartaste ese extraño prurito que adquiriste en la adolescencia de no dejar inacabado ningún libro cuya lectura hubieras iniciado. Con esfuerzo y frecuentes vuelos de tu mente por dar a la caza alcance, coronaste la cima de la última página. La anécdota se resume en el encuentro fortuito de un alto funcionario húngaro en los inicios de la II Guerra Mundial con una joven finlandesa que es idéntica a una amante que acababa de suicidarse. El alto funcionario parece haber firmado una declaración de guerra o de movilización. El autor no lo concreta. Esa sombra ominosa revolotea con su presagio de ruina y vuelco general toda la novela. Por lo demás, la obra es una larga sucesión encadenada de monólogos y reflexiones de los personajes en tercera persona entre los que destacan los del protagonista. Supongo que habrá quien disfrute con esas largas parrafadas sobre la vida y la muerte. Pero a ti han llegado a cansarte. La historia y el ambiente de catástrofe que se adivina en las vidas de sus personajes quedan sometidos a la facilidad de Márai por llenar páginas y páginas de un excelente, pero oneroso estilo.

Sándor Márai, La gaviota, Barcelona, Salamandra, 2011.

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