lunes, 6 de junio de 2011

306.

Algunas conclusiones (II)

Que el sistema electoral no es bueno resulta más que sabido. Que la corrupción campa por sus respetos en la casta política resulta más que conocido. Que esa misma casta hoza en un vergel de privilegios que al resto de los españoles nos evoca añejas prebendas de Ancien Régime es certeza de sobras difundida. Que nuestros representantes depositarios del poder (no quienes no mandan, obviamente) han demostrado una soberana inepcia en el manejo de los fondos públicos y en la resolución de la catástrofe económica que padecemos es algo totalmente aceptado por los ciudadanos. Ahora bien, durante muchos años, esta situación ha estado enseñoreándose de la vida española sin que hayan aparecido protestas más allá de las charlas de café o las reuniones con amigos. Ahora, sin embargo, la indignación arrecia y amenaza con una versión postmoderna de Mayo del 68 parisino. Justamente ahora.

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