miércoles, 15 de junio de 2011

313.

Desde que Platón erigiera el primer edificio reflexivo sobre la política y desde que Aristóteles sistematizara con ese espíritu suyo tan prusiano très avant la lettre el conocimiento sobre la política de su época, Occidente ha intentado acercarse a ese fenómeno armado con la razón. El conflicto surge, como siempre en lo relacionado con el ser humano, al intentar encajar en los razonamientos las emociones, verdadero motor del comportamiento humano. En este sentido, el fenómeno del nacionalismo en Europa, ya desde sus comienzos en el siglo XIX, es el prototípico ejemplo de la colisión entre la razón y los sentimientos y es la gran paradoja europea, la naturaleza primigeniamente ilustrada del nacionalismo. El encaje de bolillos es desde entonces elevar el edificio de la convivencia cimentado en la razón con los ladrillos de los sentimientos de quienes lo integran. Nada se puede hacer, por ejemplo, contra el sentimiento de un puñado de hombres que contra toda razón no tienen empacho en morir o matar por lo que ellos consideran su nación. Y de ahí sigue todo lo demás. El libro de Jacobo de Regoyos que acabas de leer es una muestra clarividente de la irracionalidad del nacionalismo, pero también de su engarce con grapas de titanio a las almas de sus detentadores. De Regoyos es corresponsal en Bruselas y en su libro repasa la historia de Bélgica y detalla la deriva de la parte flamenca hacia una independencia cuya esencial característica es el odio a los valones. De ese modo, crecen en Flandes y en Bruselas ejemplos del más ajado racismo. Lo que no se permite contra musulmanes o nacionales de otro país de la Unión Europea, se perpetra con orgullo contra cualquier ser o cosa que se presuma valón. Los ejemplos se multiplican. Ves la irracionalidad enraizada en el corazón de lo que se supone debe ser un continente alejado de todo lo que Flandes y sus gentes preconizan. Es muy fácil derivar ese panorama a España. Las actitudes de los flamencos son idénticas a las de nacionalistas catalanes, vascos o gallegos. Lo temible es que en el combate entre sentimiento y razón, suele vencer el primero.

Jacobo de Regoyos, Belgistán. El laboratorio nacionalista, Barcelona, Ariel, 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario