martes, 29 de junio de 2010

60.

Aquel ilustre tiranuelo, objeto constante de tus atenciones sumisas, estaba equivocado. Su error, sin embargo, no residía tanto en el desprecio con que la equiparación entre la tragedia clásica y el western mancillaba la gloria helénica. No era que tus alumnos considerasen algo cercano a la época de los trogloditas, cuando no de los dinosaurios, aquellos textos antiguos rebosantes de nombres exóticos y divinidades infumables, es que el cine en blanco y negro, los vaqueros y los pueblos del oeste americano, los sheriffs y los saloons les evocaban el cuarto de las telarañas donde sus abuelas se refugiaban en compañía de sus labores de ganchillo o de punto inglés, una vuelta a la derecha, otra vuelta a la izquierda. El comentario más benévolo que alguno de tus alumnos expresaba, consistía en reconocer que sus progenitores dormían unas excelentes siestas durante la emisión de los filmes, aun cuando se definieran amantes inconmovibles del género. Con todo, y teniendo en cuenta que una de las cualidades que en aquel entonces se les exigía a los profesores de Bachillerato era la constancia y la fe pétrea en su labor, cada curso preparabas con fruición las clases en las que iba a proyectarse Sólo ante el peligro. Cada año buscabas mejorar los cuestionarios, las preguntas a los pupilos, el agit-prop cultural en el que pretendías convertir tus clases, aunque en sus rostros condescendientes apreciaras la misma compasión que las almas sensibles sienten hacia el payaso que es abofeteado sin clemencia por el Augusto. Eso era en aquellos tiempos. Hoy en día, el asendereado maestro de secundaria hace el papel de un Gary Cooper que es, sin remisión posible, agujereado en su dignidad, aunque a veces lo es incluso en su parte física, por los disparos de esos cuatreros en que se ha convertido la inmensa mayoría de los alumnos de instituto. E imaginas que en la hipotética proyección de esa película, el público se sentiría a gusto en medio de las palomitas y los refrescos porque el tonto de la historia recibía el merecido por ser eso, por ser tonto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario