jueves, 10 de junio de 2010

49.

En alguna parte leíste, ya no te acuerdas dónde, que sólo ha habido tres culturas que han logrado pervivir a lo largo de los siglos en un viaje que sobrepasa los milenios. La primera fue la cultura china, cuyos ancestros se abisman en las brumas de la edad de piedra. La otra viene encarnada en el pueblo judío que ha superado las mil y una tentativas de erradicarlo de la faz de la creación. El tercer galardón recae en tus viejos y queridos griegos. Las tres están vinculadas a una lengua y a un sistema de escritura que se mantienen incólumes aceptando con brío los embates de la caducidad. Ignoro el chino y el hebreo, pero es natural que el primero haya cambiado, siendo el segundo mucho más conservador después de haber sido vuelto a la vida; pero cuando un griego de hoy en día dice ἄνθρωπος resuena en esas letras y en esos sonidos el eco de los pasos emprendidos por millones de ancestros que pasearon sus afanes por este mundo. Las tres culturas son muy diferentes y sus personas son también muy diferentes de las de siglos pasados, pero aun hoy encuentras elementos en común. Los chinos ven renacer su país, aunque lastrado por una dictadura. Los hebreos, por fin, después de tanto sinsabor y penalidad, de tanto sacrificio, han logrado asentarse en la tierra de sus sueños y están convirtiendo un desierto en un vergel donde han unido lo mejor de esa tradición occidental, que ellos regaron con tanta fertilidad y creatividad, con las esencias de su milenario patrimonio. Pero a los griegos, (¡ay, a los griegos!) los ves cada vez peor. Poco salvas de Grecia hoy en día. Por supuesto, su lengua, que a pesar de los cambios, sigue resonando a mármol. Y si hablas de su lengua, hablas de su literatura. También salvas su comida, sus bailes y su música. Añades, obviamente, las ruinas y la historia. Más allá, nada. Punto final. Así, quitando esos elementos folclóricos que apenas dan para engañar turistas, casi nada te seduce de Grecia hoy en día. Bueno, está ese color azul del Mediterráneo cuando palpa dulcemente las arenas de la Hélade, pero eso no es mérito propiamente de los griegos, sino de sus dioses.

1 comentario: