sábado, 22 de mayo de 2010

41.

Es demasiado largo para un blog, pero no te resistes a reproducirlo entero. Es el texto de un breve artículo que te fue encargado. Lo enviaste y nunca más supiste de él.

SAFO, LA PRIMERA POETISA DEL AMOR

Los antiguos griegos lo tenían más fácil que nosotros. Aparentemente, al menos. Cuando alguien sufría mal de amores, recurría a Afrodita, la diosa encargada de esa pasión humana. ¿A qué santo le ponemos velas pidiéndole que nos ame Fulanito o Menganita? Los viejos griegos prometían ofrendas a la diosa o le dedicaban poemas y canciones para que influyera en el corazón de aquellos a los que amaban sin ser correspondidos. Esto es lo que hace Safo, una mujer que escribía poesía. El poema que se traduce en primer lugar es una plegaria dedicada a la diosa para que la ayude a conseguir el corazón de su amada.

Safo (a pesar de que su nombre termine en -o, era una mujer) nació en una isla cercana a la actual costa de Turquía, en el Mediterráneo oriental. La isla se llamaba y se llama hoy en día también, Lesbos. No se saben con seguridad los años de su nacimiento y de su muerte, pero los sabios fechan la parte central de su vida en torno al año 600 antes de Cristo. En otras palabras, lo que vamos a leer más abajo tiene dos mil seiscientos años de antigüedad. ¿Hemos cambiado algo desde entonces en eso del amor? Que cada uno se dé la respuesta que considere oportuna.

Safo era una mujer perteneciente a la aristocracia de la isla, que en aquella época era un estado independiente. En una sociedad machista como era la griega, las mujeres apenas si tenían delante de ellas más futuro que un marido (decidido por los padres), unos hijos y un hogar en el que recluirse y al que dedicarse de por vida. Se esperaba de ellas que fueran analfabetas e ignorantes, centradas sólo en sus tareas domésticas. Safo se rebeló ante esa situación. Aprendió a leer y a escribir. Se instruyó en las letras y en artes como la música y la danza. Rompiendo los moldes de su tiempo, creó una escuela donde se formaba a las jóvenes aristócratas de la isla cuyos padres tenían más altura de miras que los demás. Se dice que hubo de exiliarse de su patria cuando cayó bajo el yugo de un tirano, que se casó, que tuvo una hija y que acabó su vida arrojándose por un acantilado ante la negativa de Faón, de quien se había enamorado.

Para los griegos de la Antigüedad, el amor era un aspecto de la locura. El enamorado pierde el control de sí mismo y de sus emociones. Hace cosas raras, se comporta como si estuviera en otro mundo, deja de ser él mismo. Esta conducta se consideraba impropia de una persona racional y la racionalidad, la sensatez, el sentido común eran las primeras exigencias del hombre. Por esta razón se creía que esa enajenación era infundida en el corazón del enamorado por una divinidad que le hacía perder su personalidad originaria. Y esa divinidad era Afrodita y su pequeño hijo, Eros. Al ser el amor una experiencia irracional, estaba mal visto que los varones cayeran en el mismo y si caían, se les contemplaba con la misma compasión que hoy en día se tiene hacia alguien que ha perdido el juicio.

Así pues, como el amor y sus emociones no eran cosa de hombres, fueron las mujeres las que tuvieron la suficiente libertad como para profundizar en sus sentimientos y expresarlos sin cortapisas. Estas son las grandes aportaciones de Safo. No sólo puso por escrito en una hermosa forma poética las características y peripecias del amor, sino que se sintió además con la suficiente libertad y autonomía personal como para llevar a cabo su tarea poética.

Los poemas de Safo van dedicados a otras mujeres. El amor que expresa en sus obras es un amor sáfico o lésbico. La otra aportación fundamental de esta escritora es haber dado nombre a una variedad de la experiencia amorosa. Llamar lesbiana a una mujer cuya orientación sexual es otra mujer no hace sino reconocer que fue en la isla de Lesbos donde por primera vez una mujer se atrevió a declarar públicamente su amor a otra mujer.

Una última aclaración es necesario hacer. Lo que nos ha quedado de las obras de Safo no son sino las letras de canciones cuya música también componía la autora. Desgraciadamente, esa música se ha perdido. Así que para tener una idea completa de cómo sonaba el texto griego, habría sido necesario tener también la partitura que acompañaba a las palabras.

Y ahora sólo nos queda imaginarnos a Safo, de quien sus contemporáneos decían que tenía los cabellos de color violeta y la sonrisa de miel, vestida con su largo vestido blanco de pliegues, su cabello recogido en un alto moño del que se escapan algunos rizos. Está sentada entre dos columnas mientas a lo lejos atardece el Mediterráneo acunado por las olas. Acaricia su lira con las manos y canta, melancólicamente, sus poemas de amor.

Súplica a la diosa Afrodita

Ποικιλόθρον᾽ ἀθανάτ᾽ Ἀφρόδιτα,
παῖ Δίος δολόπλοκε, λίσσομαί σε,
μή μ᾽ ἄσαισι μηδ᾽ ὀνίαισι δάμνα,
πότνια θῦμον·

ἀλλὰ τύιδ᾽ ἔλθ᾽, αἴ ποτα κἀτέρωτα
τὰς ἔμας αὔδας ἀίοισα πήλοι
ἔκλυες, πάτρος δὲ δόμον λίποισα
χρύσιον ἦλθες

ἄρμ᾽ ὐπασδεύξαισα· κάλοι δέ σ᾽ ἆγον
ὤκεες στροῦθοι περὶ γᾶς μελαίνας
πύκνα δίννεντες πτέρ᾽ ἀπ᾽ ὠράνω αἴθε-
ρος διὰ μέσσω.

αἶψα δ᾽ ἐξίκοντο, σύ δ᾽, ὦ μάκαιρα,
μειδιαίσαισ᾽ ἀθανάτωι προσώπωι
ἤρε᾽, ὄττι δηὖτε πέπονθα κὤττι
δηὖτε κάλημμι

κὤττι μοι μάλιστα θέλω γένεσθαι
μαινόλαι θύμωι. τίνα δηὖτε πείθω
μαῖσ᾽ ἄγην ἐς σὰν φιλότατα, τίς σ᾽, ὦ
Ψάπφ᾽, ἀδίκησι;

καὶ γὰρ αἰ φεύγει, ταχέως διώξει,
αἰ δὲ δῶρα μὴ δέκετ᾽, ἀλλὰ δώσει,
αἰ δὲ μὴ φίλει, ταχέως φιλήσει
κωὐκ ἐθέλοισα.

ἔλθε μοι καὶ νῦν, χαλέπαν δὲ λῦσον
ἐκ μερίμναν, ὄσσα δέ μοι τέλεσσαι
θῦμος ἰμέρρει, τέλεσον, σὺ δ᾽ αὔτα
σύμμαχος ἔσσο.

Inmortal Afrodita, diosa de trono polícromo,
hija de Zeus, astuta, te lo suplico,
no me sometas a penas ni aflicciones,
señora, el corazón.

Vamos, ven aquí, porque en alguna otra ocasión
al percibir mis voces me escuchaste de lejos
y abandonaste la casa dorada de tu padre
para acudir.

Habías uncido tu carro y te traían hermosos,
veloces gorriones batiendo sus alas prietas
desde el cielo, sobrevolando la tierra negra
en medio del aire.

Enseguida llegaron y tú, bienaventurada,
riendo en tu rostro inmortal,
me preguntabas qué me hacía sufrir otra vez,
por qué otra vez te llamaba

y cuáles eran, en mi locura, los mayores deseos de mi corazón.

"¿A quién busco de nuevo para
convencerla y llevarla a tu amor? ¿Quién,
Safo, te está haciendo daño?

Porque si te rehúye, rápidamente te buscará,
si no acepta tus regalos, te los dará,
si no te ama, rápidamente te amará,
aunque no quiera."

Ven junto a mí también ahora, libérame

de mi profunda aflicción; todo cuanto mi corazón
desea que se cumpla, cúmplelo. Vuelve a ser
tú mi aliada.

Los síntomas del amor

Φαίνεταί μοι κῆνος ἴσος θέοισιν
ἔμμεν᾽ ὤνηρ, ὄττις ἐνάντιός τοι
ἰσδάνει καὶ πλάσιον ἆδυ φωνεί-
σας ὐπακούει

καὶ γελαίσ‹ας› ἰμέροεν. τό μ᾽ ἦ μάν
καρδίαν ἐν στήθεσιν ἐπτόαισεν.
ὢς γὰρ ἔς σ᾽ ἴδω βρόχε᾽, ὤς με φώνη-
σ᾽ οὖδεν ἔτ᾽ εἴκει,

ἀλλὰ κὰμ μὲν γλῶσσα ἔαγε, λέπτον
δ᾽ αὔτικα χρῶι πῦρ ὐπαδεδρόμακεν,
ὀππάτεσσι δ᾽ οὖδεν ὄρημμ᾽, ἐπιρρόμ-
βεισι δ᾽ ἄκουαι,

ἀ δέ μ᾽ ἴδρως κακχέεται, τρόμος δέ
παῖσαν ἄγρει, χλωροτέρα δὲ ποίας
ἔμμι, τεθνάκην δ᾽ ὀλίγω ᾽πιδεύης
φαίνομ᾽ ἔμ᾽ αὔται·

Me parece que es igual a los dioses
ese hombre que está sentado frente a ti
y tras haberte hablado de cerca, dulcemente,
te escucha

y ríe encantador. Todo eso conmocionó
mi corazón en el pecho,
porque cuando te miro un instante, ya me es
imposible decir nada;

antes bien, la lengua se me quiebra;
poco después, un fuego se mete bajo mi piel
,
nada veo con mis ojos, los oídos
me zumban,

el sudor se desliza, un temblor
me domina entera, me pongo más pálida
que la hierba y me veo débil, casi a punto
de morir.



1 comentario:

  1. Había escuchado sobre Safo de Lesbos, pero no de esta forma. Es fascinante.

    Definitivamente no hemos cambiado en nuestra respuesta a ese sentimiento llamado amor.

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