domingo, 16 de mayo de 2010

39.

Ahora bien, vistas las características originarias de la religión olímpica, podrías preguntarte acerca de la función que esta religiosidad tenía dentro de la mentalidad griega antigua. Sin duda, podrías responder que de las virtualidades que poseen las religiones, la griega sólo cumplía con la de conferir a la colectividad una cohesión social y una identidad, de un lado; y, de otro, cumplía la función, cercana a nuestro concepto de superstición, de conjurar los males que inevitablemente jalonan la vida de los mortales. Rendir culto a los dioses permitía al hombre sentirse miembro de una sociedad que veneraba a los mismos seres superiores, dotaba de unidad a la colectividad que habitaba en el mismo recinto amurallado y en los mismos campos que rodeaban a la ciudad. Y mediante el culto de los dioses, centrado en sacrificios y ofrendas, se pretendía atraer su favor para que la vida fuese más fácil y confortable, para que nuestros deseos se cumplieran y las desgracias huyeran despavoridas de nuestro lado. Por todo ello, no te resulta extraño que el griego se sintiera solo en lo más profundo de su ser respecto a los dioses, aunque su vida debía estar fundamentada y había de hallar en algún lado las normas de comportamiento que le llevasen a cumplir con una existencia lo más plena posible. Normalmente, la sociedad cubría ese hueco, pero no llegaba a colmarlo.

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