jueves, 1 de julio de 2010

62.

Hay revuelo entre los políticos a costa del burka, esa cárcel donde se confina a las mujeres en algunos países islámicos. La polémica es tremendamente significativa sobre el punto de decadencia en Occidente. Desde un punto de vista objetivo, la prenda es ofensiva para la dignidad de un ser humano. Y no hay más vuelta de hoja. La coherencia con los valores occidentales, sean cristianos o laicos, exige su prohibición. Salvo en Carnaval, claro. Pero hete aquí que en la discusión sobre si se debe prohibir o no su uso, los líderes de toda laya caen en una confusión antológica. De un lado, la Iglesia Católica debería estar en contra porque humilla la pretendida igualdad de todos los seres que predica su doctrina. Se podría ampliar las razones afirmando que sería una muestra del avance de una religión que desde el primer momento ha pretendido erradicar al cristianismo y que es deber secular del cristianismo oponerse al progreso del Islam. Pero la Iglesia se muestra reticente. Ve en la prohibición del burka un primer paso para abolir la presencia pública del cristianismo. Piensan los cristianos más beligerantes que se empieza con el burka y se termina quemando iglesias. Así que, paradójicamente, puedes ver a cristianos defendiendo la libertad de la mujer musulmana a ser rebajada al nivel de objeto para un uso privadísimo y exclusivo de placer masculino. Por otro lado, los sectores que se autoproclaman progresistas también se hacen hablas de lo beneficioso de la tolerancia respecto a otras culturas. Y se niegan a prohibirlo. Sacan la artillería del pacifismo, del convencer antes que prohibir (¡ay de los fumadores!) y demás argumentos administrados según convenga al barro del camino. No quieren atacar a esa vestimenta porque tienen una alianza estratégica con el Islam a fin de erradicar el cristianismo de los países occidentales. Y de paso, si pueden, acabar con el capitalismo de manos de ese eje antioccidental organizado por el caudillo de Venezuela. Ilusos. Si se dedicaran a estudiar historia en vez de maquinar tan inocentemente a favor de sus intereses, sabrían que nunca una ideología laica ha vencido a una religión. La suerte de la Iglesia Ortodoxa en Rusia es uno de los mejores ejemplos. O que piensen un poco en la posible aportación de la fe para el triunfo del bando franquista en la Guerra Civil española. Y no lo dices porque puedan ser derrotados por el cristianismo, sino porque en un hipotético triunfo de sus tesis, los progresistas serían los primeros en probar el roce de la horca musulmana en sus cuellos. Irán es el futuro que les espera. Hay, al final, unos pocos con sentido común que tímidamente (para no ser llamados fascistas) defienden algo que debería ser patrimonio de aquello que se llamó Ilustración y que está siendo enterrada por tirios y por troyanos. ¡Pobre Europa, tantos siglos de lucha por la dignidad del ser humano para llegar a este espectáculo desolador!

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