viernes, 2 de julio de 2010

63.

La noticia sobre Susan Blackmore te llegó a través de un artículo de Arcadi Espada en el diario El Mundo. Mencionaba un libro suyo que recogía las entrevistas hechas a un buen número de científicos y filósofos sobre la conciencia. Lees con fruición las columnas de Espada, porque te parece una de las mentes más lúcidas del panorama intelectual español. Y te apresuraste a comprar el libro y leerlo. Mientras buscabas en el portal Amazon el volumen, topaste con otro libro de la misma autora sobre sus experiencias como practicante zen. Ambos libros fueron pedidos y ante ambos has caído derrotado. El primero por ignorancia, no tanto a causa del inglés, como porque la cantidad de información y sus implicaciones eran tantas, que al tercer entrevistado te veías perdido. Por más que el asunto fuera trascendente y del mayor interés para ti. Al final, el asunto ese de qué sea la conciencia es tan complejo que se te escapa. Y te duele, porque piensas que la nueva revolución antropológica viene de la mano de las neurociencias. El otro libro te resultó tedioso y reiterativo. Es una sucesión de reflexiones sobre diez preguntas que un practicante zen puede plantearse para llegar a una comprensión profunda del camino. En este caso, lo dejaste bien avanzado. Al final, la autora reproduce una crítica que su maestro le hizo tras solicitárselo aquélla. Y da en el clavo el maestro cuando le dice a Blackmore que su abordaje del zen es demasiado intelectual. No eres más que un pobre principiante, un simple aficionado sin arrestos para un compromiso mayor que intenta iniciarse de forma incipiente, pero algo te dice que pensar sobre lo que es el zen quizá no sea la mejor manera de acercarse a él.

Susan Blackmore, Conversations on Consciousness, New York, Oxford University Press, 2007; Ten Zen Questions, Oxford, Oneworld Publications, 2009.

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