lunes, 9 de agosto de 2010

76.

Hay un maestro zen que te resulta particularmente llamativo. Se trata de Yōtaku Bankei (o al revés, según la costumbre japonesa: 盤珪永琢). El períοdo de su vida abarca desde 1622 a 1693. Estudió, como era habitual, con los maestros de su época y se aplicó a la disciplina propia para llegar a la iluminación. Hasta que captó la esencia de lo que iba a ser el núcleo de su enseñanza. Bankei hace hincapié en fu shō, (不生) la mente no nacida. Los dos términos aparecen en los comienzos del Sutra del Corazón: Sariputra, las formas de todas las cosas son vacío. No nacen (fu shō), no mueren… El maestro te señala como objetivo el logro de la mente que existía antes de nacer y que alcanzarás cuando mueras. En las primeras estrofas de un poema titulado Canción de la mente original, atribuido a él, te dice:

No nacida e imperecedera
es la mente original.
Tierra, agua, fuego y viento
son un albergue temporal durante la noche.

Unido a
esta ardiente casa efímera,
tú solo enciendes la luz, alumbras las llamas
en las que te consumes.

Busca detrás de ti
el tiempo
en el que naciste
¡no puedes recordar nada!

Conserva tu mente tal como era
cuando viniste a este mundo
e instantáneamente este verdadero yo
será un ser vivo iluminado...


Bankei te propone vivir sin mente. Así de directo lanza sus dardos al corazón de tus pensamientos. El estado de tu mente debe ser similar al que tenías cuando naciste y que corresponde a una prolongación del estado de mente previo al nacimiento, cuando la mente no existía. De nuevo aquí te parece más que evidente la adscripción del budismo a la nada. Bankei quiere que vivas como si no hubieras nacido. Ya sabes el argumento: lo que no nace no muere, así que te liberas de las ataduras de la muerte intentando vivir como si no hubieras nacido, intentando reproducir en tu existencia el estado de no ser originario. Es un galimatías que, como todo lo relacionado con el zen, hunde a quienes se le aproximan en la perplejidad, porque no han podido liberarse aún de lo que los budistas llaman “condicionamientos del pensamiento discriminador”. Si les das a los viejos maestros un margen de confianza, precisamente porque están muertos, aceptarás el hecho de que sólo se accede al valor liberador de esta doctrina, aparente u ostentosamente pesimista, una vez que has logrado experimentar directamente los efectos de tu mente original, de tu mente no nacida. Para coronar este estado, el maestro Bankei no se inclinaba por ninguno de los medios tradicionales en especial. Decía que daba igual si tu camino pasaba por la meditación sentada (za zen), si por el recitado de sutras o las postraciones. Los testimonios dejados por sus discípulos, pues no legó nada escrito, recogen su insistencia en esta libertad. Quienes acudían a oír sus palabras podían dedicar el tiempo a cualquiera de esas actividades. Bankei te huele, en la distancia de los siglos, a libertad, a desasimiento, a soltura en el camino, a veces rígido, que señalan con su dedo rígido otros maestros zen.

Los libros más accesibles sobre Yōtaku Bankei son: Peter Haskel & Yoshito Hakeda, Bankei Zen. Translations from The Record of Bankei, New York, Grove Press, 1984 y Bankei, The Unborn. The life and Teachings of Zen Master Bankei, introd. y trad. Norman Waddell, North Point Press, New York, 2000. Las estrofas de la Canción de la mente original son traducción propia del inglés. Corresponden a las páginas 125-126 del primero de los libros citados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario