miércoles, 17 de marzo de 2010

15.

Murió Miguel Delibes hace unos días. Alguien ha dicho que junto con Cervantes y Galdós son los pilares de la novela en español. De acuerdo. Cuando otros no sean más que objeto de tesinas y tesis elaboradas por especialistas mediocres a la busca de una prebenda vitalicia en una Universidad estatal, Miguel Delibes pervivirá íntegro con la sola razón de su palabra y su conducta. Recuerdas la lectura penetrante de su discurso cuando le dieron el Premio Cervantes y sabes que la fuerza de Delibes es la de quien une su condición de maestro de las letras con la de maestro de vida. Raro ejemplar no sólo en estos tiempos, sino a lo largo de los siglos. Se cuenta que cuando José Luis L. Aranguren, Catedrático de Ética, fue expulsado de la Universidad por sus ideas políticas, su colega José María Valverde, Catedrático de Estética, se marchó con él. Nulla ethica sine aesthetica, dicen que dijo éste. Eran dos personas. En Delibes, sin embargo, se funden ambas disciplinas y alcanzan la cumbre que supone llevarlas a la vida sin alharacas ni sobresaltos, igual que el viento de Castilla en una tarde de principios de verano.

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