miércoles, 10 de noviembre de 2010

136.

Te atrae el Imperio Austro-Húngaro. Cuando se oye mencionar ese nombre, la gente piensa en Sissi o en apolillados miriñaques. Los más informados asocian el Imperio a los valses de los Strauss y, si han viajado a Viena, rememoran los monumentos que la engrandecen. Hay quienes van más allá y conocen que la capital de la Monarquía fue sede de movimientos culturales de vanguardia, como la Secesión, con artistas de la talla de Schiele o Klimt, de economistas que asentaron las bases de la economía liberal en el siglo XX, de músicos como Alban Berg o Schönberg, rupturistas con las armonías que habían dominado la música occidental desde siempre. Hay mucho, mucho más de lo que incluso las personas ilustradas pueden llegar a saber del caldo siempre en ebullición que se cocía entre los muros de esos edificios que se remansaban al rumor del Danubio. Junto a todas esas aportaciones, hay una característica que te seduce también. Es ese intento de reunir un conglomerado dispar de pueblos bajo una misma organización política. La Monarquía de los Habsburgo pugnó durante el siglo XIX y los principios del XX, cuando el auge de los nacionalismos asolaba Europa, por estructurar una administración en la que tuvieran cabida todas las religiones, todas las razas, todos los idiomas. Fue una lucha continua que se derrumbó al final de la I Guerra Mundial. Frente a quienes veían y ven en el viejo Imperio una reliquia de tiempos superados, tú ves un experimento moderno cuyo fracaso fue el símbolo de la ruina de una Europa esquilmada material y espiritualmente por los nacionalismos. En cuanto a los excesos, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra o cerramos el tenderete de la historia.

William M. Johnston, El genio austrohúngaro (Oviedo, KRK Ediciones 2009) es un excelente, detalladísimo y completo estudio sobre la fuerza que aquel Imperio supo inyectar en los espíritus de sus habitantes y desde ellos a Europa y el mundo. Por otro lado, una clarividente visión de las dificultades sufridas por la Monarquía de los Habsburgo para mantener cohesionado el Imperio resaltando sus semejanzas con la actual macedonia de Autonomías y nacionalismos de aldea en España es el libro de Francisco Sosa Wagner & Igor Sosa Mayor, El estado fragmentado. Modelo austro-húngaro y brote de naciones en España, Madrid, Trotta, 2007.

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