No eres poeta, ni tus pretendidos versos son buenos. En la poesía, como en todo, no vale la mediocridad, sino la excelencia. Por eso no osas llamar a lo que viene un poema, sino unas líneas con forma de poema. Va dedicado a tu compañera, a la que tanto queremos los que estamos a su lado y que a veces se cansa, comprensiblemente, de tanto amor.
¿Alguna vez te ha dicho alguien
que tu sonrisa da la vida?
Podría jurar, sin temor a equivocarme,
que nunca nadie se atrevió a tanto contigo.
Permíteme, por tanto, en esta hora
decirte verdades como besos,
como aquellos desgranados quedamente por tus labios.
Déjame decirte lo primero:
entiéndenos cuando miramos
con el gesto alerta de las olas
el proceso de tus ojos o la cadencia de tus manos,
la ruta que siguen tus encuentros
o la forma en que adviertes las mañanas.
Compréndenos, tennos paciencia,
porque no sé si estás al tanto:
tu sonrisa da la vida sin posible remisión.
Advierte que si sufres,
se nos clava la vida en nuestras venas;
si estás alegre al despertar,
el día nos parece un paraíso.
Sé clemente con tus hados,
nadie pidió nunca tu opinión,
bien lo sabemos,
y tu sonrisa puede a veces convertirse en un sudario,
hacerse pesada como un mundo a la deriva.
Quiero que sepas que todos lo sentimos
pero no podemos renunciar,
perdónanos,
a esa sonrisa tuya que, quizá nadie te dijo,
nos da la vida envuelta entre sus labios.
sábado, 22 de enero de 2011
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