viernes, 11 de febrero de 2011
213.
Cuando los bárbaros destruyan nuestras estatuas y quemen nuestros libros, cuando los bárbaros profanen las tumbas de nuestros antepasados y derriben nuestros templos, cuando los bárbaros impongan sus nuevos dioses sanguinarios y arrojen al abismo nuestros viejos héroes, entonces nuestros hijos se preguntarán qué divinidad envidiosa cegó las mentes de sus padres y les hizo creer que los bárbaros eran mejores.
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Cuánta falta haría que se leyera aquel, casi desapercibido, Esperando a los Bárbaros...
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